Friday, December 31, 2010

12

Una por campanada y mes del año.

1- Haré ejercicio
2-Me moderaré bebiendo
3-Creceré de verdad
4-Estudiaré más
5-Aclararé un poco las paredes de mi cuarto
6-Publicaré más a menudo
7-Empezaré a ser puntual
8-Organizaré más encuentros y mejores
9-Perderé el miedo a actuar
10-Practicaré magia más, y haré por fin actuaciones como Dios manda
11-No volveré a publicar un relato que tenga una sola falta de ortografía (aunque creo que nadie se diese cuenta)
12-Me compraré un reloj de bolsillo


Última entrada del año y hace la trece...
Que se jodan los supersticiosos.

Wednesday, December 22, 2010

El techo que se encogía

Hay cientos de leyendas urbanas que no dejan ni dejarán nunca de circular por las calles. Siempre ha sido así. Antes la mayoría eran lo que llamaban "milagros" y ahora son lo que llaman "teorías conspirativas", pero el origen y lo que queda del recuerdo en efecto, llegan a ser bastante parecidas.
Parece un milagro desde luego que Ricky Martin no pensara en suicidarse despues del famoso incidente de la niña y el perro, y parece aún más milagroso que no lo mencionase nunca en ninguna canción o entrevista.
Aún así, hay ciertas leyendas urbanas que como mínimo llaman mi atención, como la que dice que los niños eran antes más grandes que ahora, que cada vez son más pequeños. Hoy he visto a un niño salir de su clase y me habría sacado lo menos una cabeza de ser de mi edad.
Pero hoy también he descubierto lo pequeño que es el mundo, que cada vez es más pequeño. Tanto es así que hoy me he dado cuenta de que el colegio que ha sido testigo de buena parte de mis mejores días, de las grandes amistades de la infancia, de todos esas mañanas corriendo por el patio, ha encogido, ha reducido su existencia, a un lugar normal, dejando de ser ese enorme mundo que me vió crecer.
Todos esos edificios que nos parecían eternos, los campos de futbol que ocupaban una extensión superior a el mar en nuestra imaginación han encogido como los glaciares por el cambio climático. Las canastas que parecían querer raspar el cielo ahora parecen incluso pequeñas para jugar al baloncesto, a pesar de que a todos los niños les parecen monumentales, suponiendo que sepan el significado de tal palabra.
Las líneas que marcaron el campo de futbol cuando yo todavía era pequeño no son más que el contorno difuso de unas medidas interpretadas a la baja de un campo de fútbol, y las gradas ahora parecen tener incluso menos capacidad que antes.
Pero hay cosas que nunca cambian.
Los niños siguen saliendo a la misma hora, y a pesar de dar tan pocas horas de clase siguen pensando que es eterno, como siempre. Tampoco hay demasiados niños que afirmen que les gusta el colegio, casi seguro que es porque no saben a que se enfrentan cuando salgan. Sigue siendo uno de los lugares que conozco con más sonrisas por metro cuadrado, con mayor capacidad de producir felicidad cada día.
Hoy he escuchado esa canción que rezaba: "Hace frío y llueve/ algo me conmueve/ vuelve, a mi memoria el patio [...]"
Es curioso, hoy es un día así y me he acordado de todo esto.
Y al final, ¿Qué me queda de esos días? Poco más que ese recuerdo extraño y lejano, casi ajeno del perfume de Ana, el olor a tierra del patio, el metal de las vallas que ya no existen, el cemento gris que nos sujetó tantos años, las manchas rojas del pantalón tras cada partido de fútbol, los campeonatos eternamente inconclusos, las manifestaciones estúpidas y las ganas de crecer y ver más mundo.
No se lo he dicho a nadie allí, pero me siento en deuda.
Gracias por todos esos momentos que he vivido en un espacio tan pequeño, en un mundo tan grande e interminable. Gracias por enseñarme a ser como soy, a luchar por lo que pienso y a recordar a aquellos que de verdad hicieron algo por mí.

Gracias.

Monday, December 20, 2010

Como si todo fuera tan fácil

 1
Solo unos centímetros más y dejarme de preocupar. Tanto tiempo pensando en ello... La felicidad está al alcance de cualquiera, todos lo dicen, nadie deja de decirlo, todos insisten en que es posible, pero nadie escucha al que no la tiene a mano, ni la ve, ni cree que pueda existir. Nadie me escucha. Venga, ánimo sólo un poco más... ¿Qué estará pensando Lola? Todavía no sé porqué nos divorciamos, seguro que fue mi culpa, hay tantas cosas que quise mejorar... Pero no es el momento, da igual, ya todo da igual y no importa. Un poco más... La gravedad puede ser tan atractiva cuando estás a estas alturas que da miedo. No sé qué hago tan alto si siempre he tenido vértigo. ¿Qué cojones? ¿Quién es ese imbécil? ¿Porqué viene andando hacia aquí? No intentará evitar... ¡No!¡No va a frustrar mis planes! Lo último que me queda, por fin huir de las deudas, del dolor, de todos esos imbéciles que me miraban por encima del hombro... Todo, por fin al carajo. Dios, está empezando a hablarme el hombre este, dice que se llama Luis. ¿Y a mi que coño me importa? Hay que ser gilipollas, encima me pregunta mi nombre. Ya le he dicho que me llamo Mario, no sé para qué, dentro de nada voy a dejar de ser nadie. Todo esto es una locura, yo quería desaparecer y están todos montando un pifostio increíble, hay que joderse. Parece que hubiera un complot contra mí. Qué cojones, seguro que lo hay. Las deudas del tal Luis son peores que las mías. A él también le dejó su mujer hace tiempo, tal vez no sea tan raro. Le voy a decir que mi amigo Juan hace meses que no me habla. ¡Resulta que le conoce! No puede ser, resulta que desapareció hace unos meses...Que se fue de luna de miel otra vez durante dos meses...¡No me había enterado! ¿Cómo es posible? Joder, lo siento tanto... es todo por mi culpa. Mierda, se me había olvidado que se me había caído el zapato, me he tropezado, estoy cayendo... A lo mejor tenía que ser así... Joder, que alguien les diga a todos que no quise hacerlo, que alguien me perdone, nunca debí ser tan egoísta... Si alguien puede oírme, adiós.

2
No podré dormir tranquila la siesta en la vida, parece... ¡Oh! ¡Es Juan! ¿Qué querrá? ¡¿Que Mario está haciendo qué?! No puede ser, tengo que ir allí inmediatamente, ¿dónde coño están las llaves del coche?. Joder, jamás pensé que lo haría, será imbécil... Siempre tan egoísta... desde que empezamos a salir... Y nunca le echaba en cara que no se acordase de nuestro aniversario, ni que fuese tan pesado con todo... ¡Joder con la puta puerta esta, que sólo se abre cuando no tienes prisa! Y el ascensor... Si hubiera escaleras para bajar... Bueno, ya casi estoy en el coche, venga Lola, relájate, no va a pasar nada, es una tontería, Mario no va a hacer nada, es sólo para darte un susto, quiere volver a llamar tu atención... Igual que la primera vez que te fijaste en él... Lo que son las cosas, empezar dos veces una relación de forma parecida... Vaya locura... Ahí está el edificio que me ha dicho Juan, imagino que el idiota de la azotea es Mario, claro... Por favor, que ese hombre le haga recapacitar... Creo que acabo de entender la expresión de tener el corazón en un puño, si pudiese lo estrujaría para ver si se relaja... Mario, te quiero, siempre te quise, no lo hagas, quería pedirte otra nueva oportunidad... Por favor, por favor... ¡NO! ¡No! ¡Mario! ¡¿Porqué?! No es posible, esto no me puede estar pasando, ¿Es que nadie más ve que está cayendo un cuerpo desde ese edificio? ¿Nadie va a hacer nada? Si parece que cayese despacio, tan despacio, tal vez soy yo... Lola, aguanta, aguanta... ¿Y ese golpe? Un coche se acaba de estrellar ahí al lado... Da igual, ahora sé que no estas...Mario... ¿Porqué no me llevaste contigo?

3
Desde que volví de la repetición de la luna de miel, no dejan de asaltarme sobresaltos, esto es increíble, toda la oficina revolucionada, parece que no saben hacer nada sin mí... Natural, claro, con mi capacidad de liderazgo y mi ojo financiero esta institución va viento en popa, pero si mí... Pobrecillos, menos mal que estoy para cuidarlos. ¿Qué hace aquí el becario? Como se nota cuando son nuevos, que no saben que se pasa sin llamar... ¿Una llamada de Luis? Si que es curioso esto, no me llama en casi tres meses, hablamos hace dos días y ya me ha vuelto a llamar... Con lo ocupado que estoy preparando el cumpleaños sorpresa de Mario... Tal vez, se haya equivocado, quién sabe. Cuánto tiempo, muchacho... ¿Que cómo se llama el que está conmigo en las fotos de la oficina? ¿Para qué querrá saber eso? Que alguien muy parecido está... ¿Qué? No puede ser, ¿Mario? Acércate por favor, dile que no le he llamado para darle una sorpresa, dile que me conoces, dile... ¡Por Dios, que no salte! Espera un segundo que voy para allá... ¡Lola!¡Tengo que llamar a Lola! ¿Dónde estará el becario cuando se le necesita? Maldita sea, que vayan abriendo el garaje niño. Estas escaleras nunca me han gustado, pero ahora me parece que las aborrezco. Menos mal que me compré el coche este que corre muchísimo, está lejísimos... Venga, hoy es el día de perder esos impolutos puntos que tienes, Juan. El tráfico es bastante fluido, pero tener que adelantar por la derecha es absolutamente nuevo para mí. En un santiamén estoy ahí... Juan por Dios, date prisa. Mario, no lo hagas. Ahí está el edificio... ¡No! Ese que cae es... ¡Mierda, Juan la curva! ¡Joder!... Tanto correr para llegar tarde, como siempre y tener un accidente así... Va a ser la tontería del Karma que decía Mario, lo siento... Que preparen otro ataúd, no sé si quiero salir de esta.

Sunday, December 19, 2010

Premoniciones predepresivas

Hay un dicho que (valga la redundancia) dice que hay una especie de balanza que equilibra nuestras acciones buenas con nuestras malas, de forma que un ente superior, que es el karma, se encarga de que según nuestras acciones nos toque una suerte en la vida u otra. Siempre me ha gustado pensar que este tipo de cosas son ciertas, o por lo menos que tienden a ayudar a lo que nos va a pasar.

¡Qué estupidez!
Cada vez que lo pienso, desearía que todo esto fuese así. Pero siempre he querido pensar por encima de todo que soy una persona de mente racional, que todo esto es imposible, y los hechos no podían quedar más cerca de coincidir conmigo en el pensamiento racional de que es mentira.
Cada golpe de suerte es el fruto de un gran cúmulo de coincidencias que se concentran en un solo individuo, en un momento y lugar determinados. Cada racha de suerte no es más que una deformación que nuestra mente provoca sobre la realidad directamente inmediata debido a nuestro estado de ánimo alegre, al igual que cada racha de mala suerte ocurre lo mismo pero con un estado de ánimo pseudo-depresivo.
Cada vez que paso una página del periódico las lágrimas de la realidad afloran formando letras, palabras, párrafos, malas noticias. La gente que se ha lucrado sin el más mínimo escrúpulo y ha explotado sin pudor en tiempos de bonanza ahora se queja de las pérdidas y despide empleados, pero no se baja del Mercedes.
Y aún así, a lo mejor sí que es cierto el Karma, y por eso existe Wikileaks, porque de todas sus malas acciones, un país ha acabado por tener la mala suerte de que le pongan en evidencia ante la prensa internacional. Aunque todo el mundo acabe defendiendo a EEUU.
Un punto que me da a pensar que es cierto el Karma, es el hecho de que casi siempre antes de una verdadera crisis, todos tenemos cierta intuición de que va a ocurrir. En el fondo todos nos damos cuenta de que la sombra de la nube nos cobija del sol hasta que empieza a llover, o hasta que empieza el invierno.
Tal vez es por eso que tenemos una cierta idea de lo que va a pasar con un poco de antelación, ayudando a que nos deprimamos antes de la depresión.

Es curioso, sólo quería decir que espero que la época de bonanza emocional que me abraza estos días no se acabe otra vez.

Saturday, December 18, 2010

Barra libre de sonrisas

Hace poco, él se despertaba con una sonrisa en la cara, pensando que el mundo era perfecto mientras ella se sentía morir por lo terrible de la existencia. Cada uno en su cama se preparaba para un día, el mismo día pero tan distinto.

Los dos miraron por la ventana, admirando la extensión megalomaníaca de la urbe, que se extendía ante sus ojos, bajo sus pisos. Él creyó ver cómo la ciudad se le presentaba suya ese día, cómo la metrópolis le rendía pleitesía, mientras ella se sentía devorada por la maraña de hormigon, cemento y metal que ante ella se alzaba amenazante.

La lluvia parecía lamer suavemente los contornos de los escasos rascacielos de Madrid, mientras los paraguas interferían en el recorrido gravítico que realizaban las gotas de agua, finas como las sonrisas desde el otro lado del colchón cada mañana.

Ella sentía que la masa gris anclada en el cielo estaba castigando sin una razón especialmente lógica a su ciudad, a su reducido mundo cotidiano, mientras los paraguas trataban de evitar el fatal y lógico destino de las aguas hacia el suelo, como los fármacos tratan de evitar final lógico del hombre. Pero nada importaba en realidad, los hombres mueren, las gotas caen y todo lo que empieza tiene un final.

El metro parecía una entrada al infierno, una de las bocas del Cancerbero que la tragaría, quisiera o no, que la digeriría para llevarla a otra boca, que no sería otra cosa que liberarla de una condena para llevarla a otra. La asfixiante cantidad de gente en cada vagón era infrahumana, mientras algunos viajeros se arracimaban en cada parada frente a las puertas en sus vanos intentos de conseguir un sitio. Salir en la parada que le tocaba se le presentaba como una odisea, pero si Ulises pudo, ella también, además ella habría podido afirmar que era un día con menos percances de los habituales, quién lo iba a decir.

Para él el metro se le presentaba como un bazar. Le ofrecía el intercambio del placer de la lluvia, de el desafine de cada gota cayendo en un punto diferente, por el calor acogedor que evitaba la congelación otoñal que empezaba a atenazarle. El viaje era lo de menos. La escalera parecía una peregrinación conjunta hacia las entrañas de la tierra y nadie parecía tener excesiva prisa, aunque no hubiera tampoco indicios de calma, como ocurre en las maniobras que preceden a la carga en cada batalla. Pero esa actitud cambiaba cuando se aproximaba el amezante chirrido de las ruedas metálicas sobre las vías junto al andén. Mil veces se había preguntado por qué no podían ser las ruedas de goma como en París, desprendiendo ese olor, entre agradable y pútrido, que convertía a ese metro en único. Se preparó para conseguir un buen sitio para entrar, cada día era más difícil. A la primera no hubo suerte y tuvo que esperar en la estación, acompañado de los suspiros de indignación y las quejas de todos los otros viajeros que tampoco pudieron entrar. La ley de la jungla se aplicaba también en las junglas de metal, por mucho que se hablase de civilización.
El trabajo era su pequeña maldición de cada día, pero él siempre lo veía como algo que ocupaba una pequeña porción de su día antes de poder dedicarse por entero a su mujer y a su vida real. El patrón, con su colosal barriga, que parecía querer ocultar sus pequeñas piernas, le dijo que pasase a su despacho. Hacía meses que esperaba un aumento o un ascenso. Era casi su día ideal.

Ella vió cómo la lluvia amainaba al salir, haciéndola un pasillo de alegría por el que ella quisiera salir. Todavía había una pequeña cantidad de gotas suicidas que caían de las nubes, pero su destino quedaba cercano. El trabajo era la nueva aventura del día, cada día diferente, cada día ligeramente más intenso. Las secciones de tesorería movían cantidades de dinero poco más que inmensas. Cada día prestaba varios millones de euros a otros bancos, pedía créditos, vendía acciones... Qué hubiera hecho ella con ese dinero... Se habría operado, podría haber tenido esa hija con la que siempre soñó... Pensar en lo que la pagaban con respecto a la responsabilidad que tenía la carcomía por dentro, pero sabía que en el fondo las cosas no iban a cambiar porque una trabajadora se manifestase.

O tal vez sí.

Se cruzaron en el pasillo, la sonrisa de ella al ir a pedir el aumento que se merecía se cruzó con la de él, que por fin podría comprar un coche para evitar el tiempo perdido en el metro. Sus miradas se cruzaron, y como si una chispa hubiera aparecido entre ellos, sintieron que esa persona con esa cara de felicidad que se había cruzado en el pasillo también había encontrado ese dulce pedacito de armonía interior que te puede invadir cada día. Él pensó que lo mejor era levantarse con una sonrisa en la cara y darle al mundo tu mejor perfil, mientras ella pensaba que con mirar las cosas un poco por el lado positivo es lo que pueden convertirte en una persona alegre. Aunque el prisma por el que uno mira sea diferente cada día, siempre hay cosas que pueden arrancarte una sonrisa. Y los dos tenían razón.

Sunday, November 21, 2010

(Sin asunto)

Y a nadie en particular, pero quiero pedir responsabilidades.

Escribiría "Querido destinatario" pero tengo cierta intuición de que por más que pretendieses hacérmelo creer, no serías querido, al menos no por mí. Y dado que tampoco puedo garantizar que, efectivamente, esto tenga un destinatario concreto, y mucho menos asegurar que alguien llegue a leerlo, comienzo a exponerte las razones que me llevan a escribir tan peculiar carta.
Lo primero, quisiera saber, si es posible, por supuesto, dónde han quedado todas esas promesas que todo el mundo hizo antes de llegar a la presidencia y que parecieron olvidadas, especialmente aquellas que pretendieron darnos a pensar que era posible un mundo mejor, que no solo se iba a mejorar nuestro país, si no que íbamos a dedicar también esfuerzos a que los demás países mejorasen. La primera duda que me asalta frente a este segundo respecto es la siguiente: ¿Acaso ser más parecidos a nosotros o ser nuestros amigos les hacen mejores?
Pretendía no verme obligado a hacerlo, pero me parece que la situación no podía ser más propicia a ello, así que pondré algunos ejemplos, principalmente para demostrar que mis palabras no son en balde. Dejando de lado la famosa guerra en busca de armas de destrucción masiva, que por supuesto al ser bombardeadas hay que dar por sentado que no iban a estallar, destruyendo a los habitantes de allí, pero claro, aún en este supuesto, siguen siendo muertes de segunda, cuando no de tercera, son menos valiosos que nuestros muertos. Otra guerra, o mejor dicho "incursión militar" (magnífico mundo el del eufemismo) a destacar, al menos en mi opinión es la de Palestina e Israel, a ver si resulta ahora que eran los israelitas (israelíes para los ortodoxos tiquismiquis) eran los que estaban allí antes, por esa regla de tres, los musulmanes tienen plenísimo derecho a volver a conquistar España, lo que para ellos fue Al-Ándalus, que también sale en sus escritos y además se parecía bastante más a lo éstos decían sobre tal tierra, porque uno tenía, cuando menos libertad de elegir religión (judía, católica o musulmana), no como en Israel, que apenas hay musulmanes por sus principales ciudades, a pesar de que toda la mano de obra barata que el país usa es palestina.
Claro que Israel es un país democrático que no maltrata a los homosexuales y evita la xenofobia... aunque la religión, ni se toca. Y mientras tanto viven en esa balsa de dinero estadounidense, que para eso son una democracia. A ver si un dia de estos EEUU se pone a financiar también la magnífica democracia marroquí, en la que el rey puede elegir a más de la mitad de la cámara de lo que serían nuestros diputados, y hace su santísima voluntad. Eso sí, es amigo de nuestro rey, asi que las relaciones bilaterales están garantizadas, tenemos petróleo y podemos vender armas y todo queda en casa.
Hablando de armas, EEUU, como autodenominado "mayor defensor de los derechos humanos" es de los que no han firmado el tratado para desmantelar las bombas racimo, qué casualidad que Israel tampoco se apuntase al desmantelamiento y que además tenga permiso para tener armas nucleares cuando su "vecino" Irán ha sido vetado y además estará obligado a pagar una multa por tenerlas.
Podría estar escribiendo horas, seguramente varias al día durante muchísimo tiempo sobre esto, pero prefiero reservarme a tantas otras oportunidades de desahogarme que me brindará el estado soberano.
P.D: Sigo esperando para ver algún resultado "positivo" del supuesto Nuevo Orden Mundial.
Cordialmente
Un servidor

Friday, November 19, 2010

Dejar de escribir fue la razón para volver a hacerlo


Y pese a que nunca lo he dejado, he vuelto, tratando de sacar de las cenizas de la angustia una pequeña brasa de imaginación y alegría que me permita volver a escribir, a deslizar un boligrafo sobre el papel, a hacer esos trazos tan desiguales, tan poco elegantes.
Pero siempre he pensado que las tapas del libro son lo de menos y apliqué eso a las letras. Jamás me interesé en mi propia caligrafía, pese a que siempre tuve una alta apreciación de todos aquellos trazos delicados y con ligeras florituras que poblaban los escritos de Neruda, de Alberti...
He tenido pesadillas tantas veces recientemente que necesitaba sacarlas afuera, volver a plasmar mis fantasmas y dejar constancia, por leve que sea, en algún sitio en el que sepa que alguien lo pueda leer.
Pero lo publico aquí precisamente porque sé que alguien lo puede leer, pero no sé si lo habrá leido alguien. La incertidumbre de la ignorancia sobre la lectura de mis pensamientos es lo único que posiblemente no me eche atrás al escribir.
Perdón por la espera, querido lector habitual. Si es que existes.

Thursday, October 28, 2010

Por suerte o por desgracia

 Ya prometí otras veces que iba a ser la última, que las despedidas nunca duran tres años, y que tal vez no fueras tú la que yo tenía en mente.
Pero el hecho es que seguiste poblando mis sueños, nublando mis días como un recuerdo, doliéndome en lo más profundo del alma con cada segundo en el que pensaba en tí.
Me ahogué en lágrimas pensando que otros pudiesen perderse en cada uno de tus besos, que en un fugaz momento fueron sólo míos. Esos besos con sabor a cáncer y a muerte, con la ceniza y el humo de todos nuestros cigarros a medias aún en el paladar. Pensé en el suicidio, y me salvó la idea de que aún había gente que me quería aquí, que era demasiado egoísta abandonar así.
Nos vimos en cuatro ocasiones en total, pero me creí la persona más feliz del mundo en ellas.
Me enamoré de tí en apenas dos días, y necesité casi dos años para esto.

Por suerte creí olvidarte, por desgracia no fue cierto.


Creo que ya te lo dije, pero aún así:
Esta es la despedida, hoy te olvidaré para siempre.

Y el sol te convirtió en piedra

Quién te iba a decir que acabarías así... Tú, que dominabas la carretera y conocías cada uno de los entresijos y engranajes de tu coche. Tú, que parecías domesticar la carretera para que se moviera ella.


Todas las mañanas te despertabas con la única intención de volver a ponerte tras ese volante enfundado en cuero negro, curtido de su uso, adaptado a tus manos a base de usarlo, todas las mañanas utilizabas la excusa de que el pan estaba más rico en la panadería de Pozuelo, para poder coger el coche sin que tu mujer te dijera nada.
El coche y tú érais uno, pero no necesariamente tu coche, cualquier coche pasaba a ser una evolución de sí mismo cuando era dirigido por tí. Jamás bebiste antes de conducir, porque no pretendías permitir que fuera un coche dirigido por el alcohol el que decidiera dónde acabarías esa noche, porque era tú el que dominaba la relación hasta aquella fatídica noche.
"Si Carlos Sainz te hubiera conocido, se hubiera retirado de la carretera". Esa era una de las bromas que más frecuentemente sonaban en la casa cuando se hablaba de coches, porque además no eras de esas personas que se enciegan en los coches y parecen pretender saberse todos los modelos de coches de principio a fin y saberse todas sus características como si fueran a hacer unas oposiciones a mecánico. No, tu sabías todo sobre tu coche, sobre los coches que podrías tener algún día en tus manos y siempre fuiste realista en ese punto. Preferías marcar tu tiempo en lo que la gente denominaba "cultura general". ¡Cultura General! Tanto tú como yo estábamos hartos de que sólo se considerasen cultura general las letras, ya que las ciencias forman parte de nuestra vida, nos guste o no, pero lo que peor nos sentaba era que se llamase "general" cuando debería de ser básica.
Siempre ponías de ejemplo a esos borregos que se decían incapaces de aprenderse el funcionamiento real de un coche, o cómo cambiar tú mismo unas pastillas de freno, unos pilotos delanteros, una bujía... Pero si que se conseguían aprender de memoria todas y cada una de las alineaciones de su equipo favorito.
Eras un vividor y un conformista (recuerdo la cara que pusiste cuando te ragalaron tu Seat Ibiza), pero siempre pusiste a los demás por delante tuya.
Cuando llegó la crisis, tuvisteis que ahcer un recorte de presupuesto serio, a tu mujer le bajaron el sueldo, como a todos los funcionarios, para salir de la crisis. Nunca supimos quién salía de la crisis, si nosotros no hacíamos más que hundirnos en ella, pero os ajustasteis, la protesta no salió
adelante, y mantener la posesión de tu coche empezaba a ser dudosa.
No podias permitirte el seguro, la gasolina y las reparaciones del taller. Había dos opciones: Trabajar más, o vender el coche.
Jamás habrías aceptado que te quitaran el coche, era como parte de tí. Así que decidiste hacer horas extra, trabajar más y más, sin dejar de cumplir con tus obligacoones con tu niña, la luz de tus ojos. Seguías llevándola a clase de danza y de patinaje, que quedaban lejos de casa, así que necesitabas el coche (porque todavía era pequeña para coger el autobús), aún a costa de perder quince preciados minutos de trabajo que recuperabas después, aunque tuvieses que volver con prisa a recogerla.
La prisa, siempre ibas con prisa, a pesar de que te decíamos que no corrieras. Y fíjate, encontraste los mejores atajos para llegar, si no hubieran estado tan escondidos y si no hubiera sido porque no podías circular a tu velocidad por ellos, porque no había espacio, tú mismo lo dijiste.
¿Sabes? No sé porque te cuento ésto, si seguramente ya lo sabes (al fin y al cabo era tu vida), pero el forense dijo que lo más probables es que te quedaras dormido al volante, y eso fue lo que más hondo me tocó.
Jamás pensé que alguien como tú pudiera llegar a dormirse al volante, que pudiera dejarse embargar por los brazos de morfeo antes que por la atracción de la carretera, del monstruo que sólo tú conseguiste domar.
Estaba a punto de amanecer cuando llegué a verte, al sitio del siniestro y me sonreíste, no sé si conscientemente o sencillamente delirabas, pero sabías que era la última imagen que recordaría de tí, no podías haberme hecho un regalo mejor.
En los escasos segundos que sucedieron al amanecer del día que cumpliamos cuarenta y cinco años, nos comunicaron tu defunción.
Hoy, tras escribir todo esto, recuerdo que cuando éramos adolescentes me dijiste que no querías llegar más allá de los cuarenta y cinco, que no tenía sentido. Me pregunto si seguías pensandolo ahora.

Thursday, October 21, 2010

Versionemos tu vida

Una mañana despertamos en tu cama, como tantas otras, imaginando que quedaban muchas más por venir.
La ilusión de envejecer juntos rondaba cada dia nuestras pesadillas y cada noche nuestros sueños, pero cada día un poco  más, mi subconsciente se rebelaba ante el sedentarismo contra el que tanto me había manifestado, negándose a claudicar ante la facilidad de la vida imposible que nos habíamos planteado y que habíamos plantado junto a los geranios de la terraza.
-Algún día tendremos que irnos de aquí, nos queda tanto por ver, tanto por hacer...
Tú siempre aceptaste que algún día nos iríamos, pero no querías ver venir ese día. Sabías que mi futuro era sólo mío, porque sólo yo me merecía perder la vida porque sí, de los dos sólo yo podía ser lo suficientemente idiota como para desperdiciar todas las oportunidades de vivir una vida normal, cómoda, aposentada.
No sé si alguna vez pensaste en que pensar en esa vida me desgarraba el corazón, como dejarte lo habría hecho. 
Tal vez sencillamente, coincidimos en el planeta, pero nuestros mundos fueron siempre diferentes.


Recuerdo aquella ocasión en que decidimos poner fin a nuestros respectivos pasados para tener sólo un pasado en común, cómo decidí dejar que el viento y la playa se llevasen todos los recuerdos anteriores al tuyo, ahogándolos entre la amarillenta espuma de un mediterráneo contaminado que hizo de testigo. Pensé que realmente había olvidado todos aquellos recuerdos que te parecían turbar, que parecían romperte uno a uno todos los hilos con que querías tejer nuestra vida.
Fue entonces cuando me dí cuenta. Decidí escribir un libro, recopilar todas nuestras vivencias, como un diario, pero bajo la vista de alguien ya cansado de vivir siempre las mismas aventuras, como aquel que viaja siempre al mismo sitio, para encontrar a la misma gente, los mismos lugares, y lamentarse de lo mal que los tratan los años.
Gasté páginas, cientos de ellas, tratando de plasmar lo que sentía por tí, hasta que descubrí que era inútil porque a medida que escribía los sentimientos iban cambiando. En mi empeño porque fuera el libro perfecto, releí lo escrito, traté de corregirlo, desistí de hacerlo, lloré, sufrí, reí, me autoflagelé rememorando cada episodio, torciendo cada esquina y bajando cada renglón, desorganizando mis recuerdos, tu imagen, nuestra vida. 
Estuve a punto de incinerarme entre todos esos recuerdos, como penitencia por haberte dejado ir.


Y lo descubrí. 
No te eché de mi vida, te dejé ir. 


Tu y yo nunca estuvimos hechos para ser uno, ni para tener uno, ni dos, ni tres.
Fuimos uno cada uno, y jamás lo asumimos.


Pero todavía estamos a tiempo, yo no te he olvidado, tu a mí tampoco. Aún podemos destrozar el pasado que hemos tenido juntos, hacer un 11-S cada uno con su torre gemela de fallos, de odios y rencores. 
Todavía podemos tomar la decisión que cambie esta versión de la vida.

Tuesday, October 19, 2010

Hoy sí voy a crecer

Hoy, pretendiendo escribir una historia, ha vuelto a rondarme la duda.
He vuelto a dudar si ése cuento no sería precisamente otra vez mi historia, una pequeña porción de mi vida exagerada, tal vez un sueño, una ilusión por cumplir, una utopía por alcanzar, pero algo mío al fin y al cabo.
Entonces me he dado cuenta, me he acordado de todas esas veces que pretendí ser más maduro de lo que me correspondía, de todas esas veces que sencillamente dije: "Hoy sí voy a crecer, hoy voy a ser independiente, nadie me tendrá que decir qué hacer y podré demostrarles a todos de lo que soy capaz."
La memoria me jugó una mala pasada y me recordó aquella vez que dije que no volvería a beber, inocente de mí. Y aquella vez que dije que beber en la calle entre vagabundos, copas rotas, gente que no conoces y muchachas de cualquier barrio cercano dispuestas a hacer lo que sea a cambio de que las regales unas copas de tu ron.
Creíamos tener la felicidad enfrascada en una botella, y creíamos que disponer de ella era tan sencillo como darle la vuelta al mundo, cuando en realidad a lo que le dábamos la vuelta era a la botella y a la lógica. A todos los consejos de madre, que en más de una ocasión temió por mi vida con razones de sobra para hacerlo.

Como ya digo, un día me di cuenta de que la felicidad no podía estar escondida dentro de esa botella, me dí cuenta de lo absurdo de la situación, decidí que ya era hora de aparcar los vasos, de dejar de dejar a la gente tener que salvarme de morir atropellado por un conductor con más felicidad en las venas que yo.
Empecé a odiarme.
Empecé a dejar de querer dormir, a comer demasiado, a olvidar los estudios, dejar de lado a los amigos y pensar cada vez menos en mi familia.
Un día, me dí cuenta de lo inútil del botellón, de que en esas fiestas del derroche y del suicidio hepático lo máximo que se conseguía era un coma etílico y con algo de suerte, morir para no tener que vivir con la sombra de todo el tiempo desperdiciado así, para no tener que recordar que quisiste dejar de recordar.

Y creí madurar.

Casualmente, el mismo invierno en que creí madurar, una persona muy cercana a mí resultó tener muy a menudo una casa vacía, idónea para mí reluciente carrera de coctelero sin medios y para todas esas emulaciones a la cultura árabe que hacíamos frente a una pipa de agua, riéndonos y creyendo disfrutar de la vida, de la suerte que teníamos de seguir vivos y con la promesa de mejorar todos.
El siguiente verano descubrí lo complejo que resulta madurar, lo imposible de hacerlo de un día para otro, y la necesidad de un referente maduro que sea el que te contagie de esa enfermedad que proporciona la edad en la mayoría de los casos, descubrí que dejé de ir de botellón porque hacía frío. 



SIgo esperando a ver que pasa este verano.

Wednesday, October 13, 2010

Decepción desde lo más profundo de la inspiración

 Otra vez.
Cada una de las letras que me salen de alma me parecen más desacertadas tras ser corregidas que al ser escritas, pero al ser escritas no son más que burdas agrupaciones de sentimientos...
Llevo media vida escribiendo, media vida dejándome el pellejo en todos los papeles que tienen la desgracia de caer en mi mesa.
Cada día paso varias horas delante de mi escritorio, a la espera de que la mente me dé un vuelco, que me dé una ilusión y trate de demostrar que no es humana, que no aceptará un error como conclusión.
Por suerte o por desgracia, nunca llega el momento de decidir que definitivamente me gusta lo que escribo, que vale de algo hacer algo de lo que hago.
Como la ceniza de un cigarrillo que se tira al suelo y se desperdiga, para dejar un rastro difuminado entre las piedras del asfalto, mis dedos recorren distraidamente cada día el teclado del ordenador, no parecen hacer más que desperdigar el polvo, pero ya es suficiente con el peso que me quitan de encima.
Imagino que sólo alguien que siente algo parecido sería capaz de entender semejante parrafada de inutilidades y despropositos, como solo un enamorado puede entender una inútil definición de amor, a la par que considerarla equivocada en algún punto.
Tal vez sea una simple frase lo que estoy buscando, o tal vez sea toda una historia, tal vez sea la mayor recopilación de palabras habida y por haber la que sacie mi sed de encontrarla, pero todas ellas son tan difíciles, tan imposibles, que los planos de escher me parecen lógicos al compararlos.
Espero encontrar un texto que me agrade, un texto que me represente o que hable por mí.
Un texto efímero para la eternidad, un arma para lograr la paz, un instrumento que dé la música que rompa la absoluta armonía de mis silencios.
Espero que ese momento tarde en llegar, sería una lástima dejar de buscarlo.

Wednesday, October 6, 2010

Acta de protesta

Por la presente expongo:
Que si en un verso protesto es por su sobra de pretextos
ya que crecen como hongos
Los políticos farsantes, que nos sacan de contexto
Que nos quitan y prohiben en pos de la libertad
Y si en pos de un sueño nuestro no demuestro este entusiasmo
Es que tal vez el sueño vuestro no es el nuestro de verdad
O es tal vez solo otro engaño, de estos años, que entre espasmos,
Enriquecen a los ricos y desnutren al que pide
Mientras de brazos cruzados tantos vemos como sigue

Por todo lo expuesto exijo:
Que se pueda vivir con dignidad como derecho
Que nuestro gobierno haga lo que prometió haber hecho
Que mi generación, como agrupación de hijos,
luche junto a sus padres por el hogar que merece.
Y si no crece la semilla es porque humilla a quien no debe.
Pero un cambio es necesario, aunque sigan en sus trece.


Lo que expongo es algo lógico y se aprende en el colegio
Mi propósito es mostrar que no es un sacrilegio
decir, la casa es necesidad y jamás un privilegio