Monday, February 28, 2011

Ahora...

Toca ordenar prioridades, quitarse este tupido velo, abrir los ojos y reordenar las convicciones que se hayan  descolocado.

Con cada final hay un nuevo principio.
No sé quien lo dijo, pero el hecho es que merece la pena aprovechar ese hecho.

Tuesday, February 22, 2011

Un todo sin nada

Lo peor del olvido es que no te das cuenta de cuando ha llegado y nunca sabes hasta dónde te ha apuñalado.


Hay mañanas que estás convencido de que es el día en que vas a hacer eso que hace tanto tiempo que deberías haber empezado. Pero por unas cosas o por otras no las haces. Y así un día detrás de otro, hasta que esta mañana se decidió a levantarse y poner las cosas en orden. No tenía tanta vida por delante. De joven escuchó en algún sitio que nunca volvería a ser tan joven como esa noche. Y decidió tener presente esa frase hasta el día en que dejase de pensar en que la juventud está en el alma y no en el cuerpo.
Los revolucionarios de años antes parecen haberse jubilado, o peor, parecen haber conseguido los puestos que querían disolver.
Mirando hacia atrás se dio cuenta de todo lo que había dejado tirado por el camino, y de paso, por qué negarlo, en el suelo de su habitación. Hizo un amago de recoger y al agacharse, se llevó instintivamente las manos a las lumbares. Desde luego, los años no perdonan.
Le gustaba bromear con su probable tendencia a tener alzheimer, para evitar una depresión cuando éste llegase, que seguramente llegaría.
Quién iba a decirle a él que tras haber memorizado tantos datos como una enciclopedia, tendría que olvidarlos, bajo una presión mental imposible de ejercer por otro humano que no fuese él mismo. Si hubiese sido como esa señora francesa... Jeanne Calment. Él también había sobrevivido a uno de sus nientos, pero a qué coste, mientras que ella... Ella había seguido fumando hasta el final de sus días, aunque sólo fuese un par de cigarros. Y bebiendo.
A él le habían prohibido beber casi treinta años antes y de fumar ni hablar desde esa maldita operación de pulmón. La vida está pensada para tener algún vicio y sin eso, desde luego que no merecía tanto la pena. Además con todo el humo que había en la ciudad, no se terminaba de creer que el tabaco fuese peor.
Desde luego, tampoco se terminaba de creer que existiese algo mucho peor que estar olvidado y tirado en semejante sitio de tortura involuntaria.

La vida se le había quedado vacía, sin mujer, sin hijos, sin unos nietos que quisieran verle, sin amigos, sin tabaco y sin un buen whisky con el que comentar las monótonas y constantes tardes.
Desde luego que no, que no creía que eso mereciese la pena.
Y sabía que un día de esos haría una locura.

Sunday, February 20, 2011

El vuelo de un avestruz

Cambiaría mi capacidad de pensar racionalmente por poder volar.

Me pregunto si un ave cambiaría su capacidad de volar por mi capacidad de pensar.

Lo dudo.

Yo no lo haría.

Thursday, February 17, 2011

[Sin título]

No sé porqué tengo la extraña necesidad de volver a escribir en el blog, que cada día parece que estuviera un poco más olvidado, un poco más cerca del pozo en el que caen todas esas cosas que olvido.
Ahora mismo siento que todo lo que necesito es un poco de tiempo para pensar, asumir otra vez que no seré capaz de saber todo lo que quiero saber y decidir de una vez por todas qué quiero hacer con ese tiempo que siempre estoy diciendo que es efímero y que desaprovecho.
Si me deshiciese de todas las cosas que no considero necesarias ahora mismo, todas las cosas que pueblan las paredes de mi habitación y mi mesa, sentiría que por fin estoy madurando, pero sentiría que también estoy muriendo por dentro, dejando a su suerte a tantos recuerdos como he acumulado en estos humildes trozos de yeso.
Es muy posible que sea cierto el hecho de que debería tirarlos. Es curioso, porque por dentro pienso así, pero una parálisis, que en el fondo a todos nos ocurre con algo, me impide arrancar esas fotos con tan poco brillo, las postales de hace tantos años, el primer relato que escribí, mi primer poema, la entrada de mi primer concierto, el billete del primer avión que cogí, la invitación a la primera presentación del primer libro de la mejor amiga de mi madre, el primer boli que gasté exclusivamente escribiendo canciones, mi primera libreta, mi camiseta de la ruta, mi primera baraja Bicycle, mi primer graffiti, mis primeros diseños de murales...
Es impresionante, porque hay tanta gente que podría pensar que la he olvidado sin ser cierto... tengo todavía la lista de promesas que me hice con una de las mujeres mas increíbles que he conocido, la pulsera pequeñísima que me tenía que poner en el dedo en lugar de en la muñeca que me regaló una chica de la que ya no sé nada más que el nombre y la fecha de nacimiento...
Tengo también esa dedicatoria de Raquel en mi agenda de la primera vez que la fui a ver a Barcelona, el dibujo que me envió la Tata en la primera carta que me escribió, la postal que me envió Maira, una foto que me hice en Málaga con Lucía cuando teníamos como mucho 12 años, la identificación de Rudy, la gorra que me decoró Sophie...
En conclusión, que no he olvidado a nadie, que me niego a madurar si eso significa olvidar todos esos magníficos momentos y que quiero escribir, pero no sé el qué, ni cómo...
Lo siento.

Monday, February 14, 2011

Feliz San Valentín

A todos los que podáis vivir pensando que hoy es el único día que celebrar que os amáis.
Manda cojones que de 365 días que tiene un año, sólo se celebren dos veces el hecho de estar juntos.

Perdones

Creo que es justo, teniendo en cuenta que me propuse publicar más, pedir perdón por 11 días sin colgar nada.
Lo dicho, perdón.
A vivir.

Una piedra, un tobillo torcido y un paso más.

Aún no me he rendido a pesar de pensar que soy la antítesis de mi propio yo. Yo y yo en una pelea constante que no hace más que dejarme caer y tropezar otra vez.
Y otra.
Cada semana enumero las cosas que debería hacer, las que quisiera hacer, las que voy a hacer y las que realmente haré. Cada semana me planteo si no debería tirar todo por la borda y empezar desde cero, demostrarme que soy capaz de ser quien quiero ser, el que debería ser.
El adulto que no soy me mira desde el espejo y me dice que me queda mucho para ser lo que quiero que los demás vean en mí, que me esfuerce, que lo seré, pero yo seré el único que no se dé cuenta. A lo mejor al final ser feliz es imposible o sencillamente inapreciable, pero no voy a dejar de caminar hacia esa luz de vela que parece extinguirse un poco más a cada paso que me acerco.
Rendirse, menuda estupidez. Ya habrá tiempo cuando me muera, que a veces parece que no quede nada.

Thursday, February 3, 2011

En el anzuelo

Como un pez que lucha contra un destino fatal, demasiado probable y prácticamente inevitable una vez ha salido del agua. Como el cebo que se coloca, ya sea un trocito de pan, un poco de queso, una lombriz...
Escurriéndose como puede ella también para evitar ser empalada y que ese arpón atraviese uno de sus corazones.
Hay frases que están en el anzuelo de la lengua para atrapar a alguien. Hay palabras que atraen más que los gusanos a las sardinas. Hay días en que parece que un niño pudiese escalar a la luna e imitar el logotipo de Dreamworks, pero hay días en que te sientes desesperadamente solo. Terriblemente cerca de aquello que, sin saber qué es, te ha estado persiguiendo durante todas tus pesadillas y todos tus días grises con el sol dándote en plena cara, mientras tu huías, sin saber muy bien por qué y sin tener opción alguna a la escapatoria, porque tal vez, y sólo tal vez, sea eso lo que huye de tí.
En días de esos, te dan ganas de que alguien colocase un chaleco de bombas debajo de tu piel, o un balazo en la garganta, un instante y fin, todo acabado. Pulsando sin cesar el botón izquierdo del ratón, recargando la página de inicio de una estúpida red que en el fondo es causa de ser asocial. .
Necesito un descanso, o tal vez un poema de Benedetti.
Me temo que ahora mismo he mordido el anzuelo de un segundo que pretende que hoy dure una eternidad, es tal vez por eso que ahora está el frente de Somme en mi cabeza y los bombarderos no parecen querer admitir que esta batalla acabará en empate.
Empate.
Es la forma más digna y amarga de no aceptar una derrota.