Saturday, April 28, 2012

Olvidar

Y dar la vuelta,
a las sábanas mojadas
con la manta pegada,
abrir la puerta
saludar, sonrisas
un beso
y olvidar,
olvidar el mundo

Monday, April 16, 2012

Era una locura, vaya.

Resulta que era la mujer perfecta, pero ella nunca lo tenía del todo claro. No sabía por qué, pero cuando alguien se lo susurraba al oído, no se lo creía, Me estarán mintiendo, Pensaba, pero claro, a ver para qué van a mentirle a una mujer perfecta, si ella sabría que era mentira, que para eso era perfecta. Y nadie se daba cuenta de que parte de su perfección era precisamente no saber que lo era, qué gracia va a tener ser perfecta, por dios. Pero algo tenía que tener para ser capaz de enamorar y de demostrar que alguien podía ser buena o mala persona sólo por ella, porque le había prometido un beso caliente en una tarde de Abril, más bien tirando a noche de olvidos y locuras casi involuntarias, porque había prometido involuntariamente espantar el frío que les asaltaba y el aire que él iba a tratar de respirar después de cada beso con sabor a problemas. Problemas de los que dicen, Hola soy la mujer que dicen que es perfecta pero que no se cree serlo, a lo mejor es porque lo soy y eso me hace incapaz de admitirlo, Problemas que irrumpen entre las sábanas cuando uno se va a dormir sin el calor de ella calentando el colchón y espantando pesadillas, que irrumpen cuando el frío de no tener noticias de ella era palpable en el ambiente y uno necesita abrigarse incluso estando a unos pocos centímetros de la hoguera, aún estando a escasas horas de la llama de la alegría que ella había encendido en medio del campo de desolación de dar la vuelta a la vida que había provocado un chantaje tan tonto como Te pago con un beso si te das prisa, Y unos pies que querrían volar sólo un poco más rápido sobre el suelo, unas piernas que quieren ser como las de Usain Bolt, una calle que parece entera cuesta abajo, quizá porque lo sea, unos ojos iluminados porque ya han visto beber varias copas, porque son conscientes de que verán esos labios acercarse a unos que quedan más cerca, porque van a ver unas manos que agarren el cuerpo que tantas y tantas veces han tenido que imaginar tener en la retina.
Curiosas pasadas que juega la memoria, que a veces nos hace ver frente a nosotros las cosas que no existen, que no están presentes, pero que no parecen estar en ningún otro lugar, que nos parecen una especie de presencia etérea, inexistente, pero absolutamente innegable. Que en una de estas decide alguna parte del cerebro que merece la pena volver a soñar con ella, con ese beso que se robaron mutuamente, con el momento que tanto tiempo había esperado, soñar con la conversación más intensa que había salido de unos labios en medio de Gran Vía, Te quiero, no debería haber tardado tanto en decirlo, Te quiero yo también, Prométeme quererme, Prometo quererte si prometes no olvidarme, Un beso que corta las palabras, una escena digna de una novela y sólo dos personas que sean capaces de entender toda una locura como esta, una escena escrita con demasiada frialdad si se compara con el momento, con demasiado calor si se compara el ambiente, con demasiado de Te echo de menos, de Quiero verte.
Era una locura, vaya.

Saturday, April 14, 2012

Historia de cómo perder un nombre


Verá usted, hay noches de agosto, que como son muy cortas, hay que hacerlas muy intensas, porque no tenemos tiempo que perder, antes de que el sol inquisidor llegue y nos tengamos que refugiar en una sombra para poder vivir. Una noche cualquiera de cualquier año, cualquier persona puede abrir una botella, reír de felicidad, bailar alrededor de un fuego en medio de la nada, desnudarse, hacer el amor con una desconocida y decirle Muñeca me gustas, me gustan tus curvas y me gusta tu sabor a Ron, tu olor a sudor y folles con desconocidos hasta que una noche se confunde con la siguiente y las horas de sol parecen haberse olvidado de salir de la casa de las estrellas.
Y cuando pasas varias noches seguidas así, alguna la tienes que pasar solo y no tienes nadie a quién hacerle el amor, nadie con quien reír, nadie a quien decirle, mi nombre es Perdedor, no he ganado nada más que kilos y años en mi vida y ni siquiera eso, nadie que baile contigo, nadie que encienda el fuego cuando tú te caes rendido, así que hablas con las botellas, como los astrónomos hablan con las estrellas, pero con más intimidad. Entonces te das cuenta de que también las noches pasan una detrás de otra cuando estás solo, que no eres nadie para le mundo y no va a dejar de girar por ti, así que le das otro trago a la botella y le dices Tú si que me quieres verdad cariño, y vuelves a mojar tus labios de ron, tus pulmones de tabaco, vuelves a toser, y ves a tu mejor amigo reflejado en el fondo de la botella. Y claro es de mala educación no presentarse, así que le dices tu nombre, Hola me llamo Perdedor, y de repente te das cuenta de que el que realmente se llama así es el del fondo de la botella, de una botella que sabe robar nombres pero no sabe devolverlos, porque esa botella huele a desesperación y a soledad, a sábados lluviosos y a espuma de cerveza seca. Así que te das cuenta de que no tienes nombre. Y como no tienes nombre, puedes hacer lo que quieras, porque no eres nadie, así que robas más ron, para que el del fondo de la botella te diga como se llama y así quedarte con su nombre.
Hasta que despiertas en un hospital, lleno de sangre y cicatrices y te das cuenta del desecho que eres y no sabes cómo has acabado ahí, ni cómo volver, ni cómo te llamas y nadie sabe quién eres, así que te echan a la calle con un adiós frío, dejando atrás el olor a vendas, a frío, a ayuda.
Y huyes.
Y así acabas en un bar encontrando tu nuevo nombre, sonriendo a alguien que no conoces y contando cómo perdiste tu vida y tu nombre.

Friday, April 13, 2012

Despertarse

La tarde se estremeció en un escalofrío y el tiempo se detuvo a medio susurro. Un mensaje en el móvil indicaba el fin del mundo racional, que trataba de dar paso de alguna forma lógica al caos que se avecinaba, sin que nadie supiera cómo interrumpirlo. La tensión del ambiente en cualquier sitio del mundo, desapareció por menos de un segundo, mientras un corazón se olvidaba de que el cuerpo que lo alojaba necesitaba de sus latidos para seguir con vida, para mantenerlos a ambos en el mundo que se había olvidado de existir.
Las promesas se olvidaron de ser, las ideas se olvidaron de imaginar, los perros de ladrar, las palomas de volar y el cuerpo que alojaba el corazón... se olvidó de todo por un segundo.
Por un segundo, quizá menos, el mundo pareció desaparecer de entre ellos dos y ese cuerpo se sintió completamente feliz, aunque no tuviese nada, ni una promesa, ni una certeza, ni un hecho, poco más que una sugerencia, que proponían ser feliz durante las horas que dure una noche.
Dormir y dormir era lo único que el corazón pretendía, desatendiendo a los deseos del cuerpo, que pedía más y más, pero se dejaba convencer sin razón alguna por el corazón que latía en él. La razón se olvidó de dar razones y dejó el mandato al corazón, le dio la razón a ella, que sin darse cuenta propuso realizar un sueño involuntario, que dio las pautas para las ensoñaciones oníricas de los próximos días.
Los dedos del cuerpo que alojaban el corazón se volcaron sobre un teclado y no supieron muy bien cómo reaccionar, bailaron solos, se dejaron llevar por el susurro de las teclas chocando con las yemas, con los sentimientos chocando con las palabras en la interminable lucha de que el corazón fuese capaz de decir lo que sentía, frustrado por ser constantemente incapaz. Y ahí, una sonrisa digital dijo poco más que había soñado con él, no con el cuerpo, sino con él, con todo su ser, en toda su triste complejidad, que sólo ella y pocas personas más habían tenido la capacidad de comprender, porque él había sido capaz de apreciar en esa mirada profunda y densa la capacidad de amar que parecía prohibida para ambos.
Las barreras se olvidaron de tapar por un momento las protecciones que ambos se habían puesto de por medio, aunque no lo pudieran creer ninguno.
Y sus labios se acercaron, poco a poco... Hasta que el sueño acabó.

Se despertó, con la boca abierta, con la respiración agitada, con los brazos abrazando el cuerpo de ella, con sus ojos fijos en su precioso y sedoso pelo, con las piernas enredadas en las suyas, con un beso en los labios, con unas lágrimas al borde de los párpados y un susurro sobre la garganta. La besó susurrándole los buenos días y sintió que ése era el mejor sueño de su vida.
A pesar de el pelo revuelto, del aliento de la mañana, del aspecto desaliñado, del sueño, de los bostezos, de las legañas, de las quejas mañaneras... O mejor dicho, con todo ello, confirmó cuánto la había querido siempre.



Cuando dijiste que querías dormir conmigo.
Y se me paró el corazón.
Aunque sólo fuera eso, dormir.

Veces

Hay veces que me convenzo de que es una tontería seguir pensando en ti, en tus labios, en los susurros que nunca te escuché, en las frases que nunca me dijiste, en todas esas cosas que creí imaginar porque sabía que no eran reales.
Hay veces que me convenzo de que me sensibilizo con el alcohol y te necesito demasiado más de lo que quiero admitir y me doy cuenta de que tengo miedo a salir por la noche y no poder notar tu tacto cerca cuando me he tomado una copa.
Tal vez sea sencillamente que me doy cuenta de que me faltas pero saber que no estás, que se convierte en certeza con dos cervezas, es demasiado para mí.
Me da lástima saber que he estado en el sillón de mi habitación como un cuarto de hora llorando sin saber por qué, escuchando canciones románticas y las dos que compuse en parte pensando en ti, derramando sobre nada en concreto lo poco que me quedaba de integridad moral.
Lo siento, porque sé que también debería haber sido yo el que te hubiese robado un beso en aquel septiembre que me parece tan lejano. Lo siento porque a veces no me parece que esté tanto como me gustaría, porque no sé cómo dejar de ser un desastre contigo, porque a veces no tengo claro qué decirte...
Ahora mismo, me encantaría mirar tus ojos y decirte que te quiero.
Es una de esas veces que te dejas caer sobre el suelo y te parece que el mundo entero debe de estar haciendo lo mismo.
De esas veces que pienso "te echo de menos" y no hace tanto que no te veo.
Veces que sólo te sale decir "te quiero" aunque no sepas a quién.

Sunday, April 8, 2012

Pero me parece que si

Ni siquiera huele a ti
ni es cierto que no pueda respirar
ni siquiera me inundo entre lágrimas
ni es cierto que no tenga latidos dentro
ni siquiera sé que siento
ni es cierto que me sienta morir
ni siquiera sé que hacer
ni es cierto que sea el fin del mundo
Pero me parece que si

Y aquí no ha pasado nada

Las ventanas se abrieron de par en par, las puertas se salieron de sus goznes, las paredes parecieron temblar mientras se volvían transparentes, el mundo que se había creado desaparecía.
Sus ojos paseaban por la estancia mientras un ejército de palabras calladas demasiado tiempo se preparaba, tomaba posiciones y apuntaba sus lanzas a su corazón. Ella no sabía como responder, no sabía qué hacer y parecía haber olvidado incluso cómo respirar.
Las palabras comenzaron a desfilar por cada recoveco libre que lo permitía en las escasas y derruidas defensas que ella se había creado alrededor. Una boca, en una mueca de dolor, aún no sabía cómo decir la única palabra que faltaba en toda la estancia, inundada por sus gritos silenciosos.
Ella ya no se molestaba siquiera en mirar alrededor. Había comenzado a leer y escuchar detenidamente la forma en que las palabras se habían enhebrado entre ellas, cómo habían creado tantas historias imposibles y ya sabía que ese ataque no era algo que se pudiera evitar, que llegaría tarde o temprano.
No supo qué decir, sin recordar que las palabras sólo se pueden atacar con palabras.
Ella comenzó a sentir los primeros pinchazos de las lanzas de las palabras, atravesando sus sentimientos...

Y a esta historia le falta un final, que te pido que le pongas tú. El que más te guste, el que quieras, el que creas que es el mejor. No diré una palabra en contra de lo que decidas.
Diré una última vez que te quiero.

Y aquí no ha pasado nada.

Saturday, April 7, 2012

últimamente lo único que necesito es imaginarte a mi lado

Y mientras las mínimas vibraciones en el aire que componían ese susurro se destrenzaban, la realidad se descosía, dejando al descubierto cada pequeño remiendo de dolorosa certeza existencial que nos habíamos creado para sobrevivir, para soportar el hecho de saber que nos habíamos inventado un mundo en el que pretendíamos estar viviendo.
Y viendo como se deshilachaba el rastro de felicidad que habíamos dejado entre píxeles, bits y sitios virtuales, te diste cuenta un poco sin querer de que un comentario tuyo era una idea mía y una fuente de inspiración suficiente como para remendar el mundo, para dejarte claro que te sigo echando de menos, que te sigo queriendo aunque parezca mentira.
A veces me sorprendo con este tipo de cosas, no sé si por ti, por mí, por la telaraña de sensaciones indistinguibles que tengo en la cabeza o por el mundo que me he inventado para no decir que estoy loco.