Friday, April 13, 2012

Despertarse

La tarde se estremeció en un escalofrío y el tiempo se detuvo a medio susurro. Un mensaje en el móvil indicaba el fin del mundo racional, que trataba de dar paso de alguna forma lógica al caos que se avecinaba, sin que nadie supiera cómo interrumpirlo. La tensión del ambiente en cualquier sitio del mundo, desapareció por menos de un segundo, mientras un corazón se olvidaba de que el cuerpo que lo alojaba necesitaba de sus latidos para seguir con vida, para mantenerlos a ambos en el mundo que se había olvidado de existir.
Las promesas se olvidaron de ser, las ideas se olvidaron de imaginar, los perros de ladrar, las palomas de volar y el cuerpo que alojaba el corazón... se olvidó de todo por un segundo.
Por un segundo, quizá menos, el mundo pareció desaparecer de entre ellos dos y ese cuerpo se sintió completamente feliz, aunque no tuviese nada, ni una promesa, ni una certeza, ni un hecho, poco más que una sugerencia, que proponían ser feliz durante las horas que dure una noche.
Dormir y dormir era lo único que el corazón pretendía, desatendiendo a los deseos del cuerpo, que pedía más y más, pero se dejaba convencer sin razón alguna por el corazón que latía en él. La razón se olvidó de dar razones y dejó el mandato al corazón, le dio la razón a ella, que sin darse cuenta propuso realizar un sueño involuntario, que dio las pautas para las ensoñaciones oníricas de los próximos días.
Los dedos del cuerpo que alojaban el corazón se volcaron sobre un teclado y no supieron muy bien cómo reaccionar, bailaron solos, se dejaron llevar por el susurro de las teclas chocando con las yemas, con los sentimientos chocando con las palabras en la interminable lucha de que el corazón fuese capaz de decir lo que sentía, frustrado por ser constantemente incapaz. Y ahí, una sonrisa digital dijo poco más que había soñado con él, no con el cuerpo, sino con él, con todo su ser, en toda su triste complejidad, que sólo ella y pocas personas más habían tenido la capacidad de comprender, porque él había sido capaz de apreciar en esa mirada profunda y densa la capacidad de amar que parecía prohibida para ambos.
Las barreras se olvidaron de tapar por un momento las protecciones que ambos se habían puesto de por medio, aunque no lo pudieran creer ninguno.
Y sus labios se acercaron, poco a poco... Hasta que el sueño acabó.

Se despertó, con la boca abierta, con la respiración agitada, con los brazos abrazando el cuerpo de ella, con sus ojos fijos en su precioso y sedoso pelo, con las piernas enredadas en las suyas, con un beso en los labios, con unas lágrimas al borde de los párpados y un susurro sobre la garganta. La besó susurrándole los buenos días y sintió que ése era el mejor sueño de su vida.
A pesar de el pelo revuelto, del aliento de la mañana, del aspecto desaliñado, del sueño, de los bostezos, de las legañas, de las quejas mañaneras... O mejor dicho, con todo ello, confirmó cuánto la había querido siempre.



Cuando dijiste que querías dormir conmigo.
Y se me paró el corazón.
Aunque sólo fuera eso, dormir.

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