Friday, December 31, 2010

12

Una por campanada y mes del año.

1- Haré ejercicio
2-Me moderaré bebiendo
3-Creceré de verdad
4-Estudiaré más
5-Aclararé un poco las paredes de mi cuarto
6-Publicaré más a menudo
7-Empezaré a ser puntual
8-Organizaré más encuentros y mejores
9-Perderé el miedo a actuar
10-Practicaré magia más, y haré por fin actuaciones como Dios manda
11-No volveré a publicar un relato que tenga una sola falta de ortografía (aunque creo que nadie se diese cuenta)
12-Me compraré un reloj de bolsillo


Última entrada del año y hace la trece...
Que se jodan los supersticiosos.

Wednesday, December 22, 2010

El techo que se encogía

Hay cientos de leyendas urbanas que no dejan ni dejarán nunca de circular por las calles. Siempre ha sido así. Antes la mayoría eran lo que llamaban "milagros" y ahora son lo que llaman "teorías conspirativas", pero el origen y lo que queda del recuerdo en efecto, llegan a ser bastante parecidas.
Parece un milagro desde luego que Ricky Martin no pensara en suicidarse despues del famoso incidente de la niña y el perro, y parece aún más milagroso que no lo mencionase nunca en ninguna canción o entrevista.
Aún así, hay ciertas leyendas urbanas que como mínimo llaman mi atención, como la que dice que los niños eran antes más grandes que ahora, que cada vez son más pequeños. Hoy he visto a un niño salir de su clase y me habría sacado lo menos una cabeza de ser de mi edad.
Pero hoy también he descubierto lo pequeño que es el mundo, que cada vez es más pequeño. Tanto es así que hoy me he dado cuenta de que el colegio que ha sido testigo de buena parte de mis mejores días, de las grandes amistades de la infancia, de todos esas mañanas corriendo por el patio, ha encogido, ha reducido su existencia, a un lugar normal, dejando de ser ese enorme mundo que me vió crecer.
Todos esos edificios que nos parecían eternos, los campos de futbol que ocupaban una extensión superior a el mar en nuestra imaginación han encogido como los glaciares por el cambio climático. Las canastas que parecían querer raspar el cielo ahora parecen incluso pequeñas para jugar al baloncesto, a pesar de que a todos los niños les parecen monumentales, suponiendo que sepan el significado de tal palabra.
Las líneas que marcaron el campo de futbol cuando yo todavía era pequeño no son más que el contorno difuso de unas medidas interpretadas a la baja de un campo de fútbol, y las gradas ahora parecen tener incluso menos capacidad que antes.
Pero hay cosas que nunca cambian.
Los niños siguen saliendo a la misma hora, y a pesar de dar tan pocas horas de clase siguen pensando que es eterno, como siempre. Tampoco hay demasiados niños que afirmen que les gusta el colegio, casi seguro que es porque no saben a que se enfrentan cuando salgan. Sigue siendo uno de los lugares que conozco con más sonrisas por metro cuadrado, con mayor capacidad de producir felicidad cada día.
Hoy he escuchado esa canción que rezaba: "Hace frío y llueve/ algo me conmueve/ vuelve, a mi memoria el patio [...]"
Es curioso, hoy es un día así y me he acordado de todo esto.
Y al final, ¿Qué me queda de esos días? Poco más que ese recuerdo extraño y lejano, casi ajeno del perfume de Ana, el olor a tierra del patio, el metal de las vallas que ya no existen, el cemento gris que nos sujetó tantos años, las manchas rojas del pantalón tras cada partido de fútbol, los campeonatos eternamente inconclusos, las manifestaciones estúpidas y las ganas de crecer y ver más mundo.
No se lo he dicho a nadie allí, pero me siento en deuda.
Gracias por todos esos momentos que he vivido en un espacio tan pequeño, en un mundo tan grande e interminable. Gracias por enseñarme a ser como soy, a luchar por lo que pienso y a recordar a aquellos que de verdad hicieron algo por mí.

Gracias.

Monday, December 20, 2010

Como si todo fuera tan fácil

 1
Solo unos centímetros más y dejarme de preocupar. Tanto tiempo pensando en ello... La felicidad está al alcance de cualquiera, todos lo dicen, nadie deja de decirlo, todos insisten en que es posible, pero nadie escucha al que no la tiene a mano, ni la ve, ni cree que pueda existir. Nadie me escucha. Venga, ánimo sólo un poco más... ¿Qué estará pensando Lola? Todavía no sé porqué nos divorciamos, seguro que fue mi culpa, hay tantas cosas que quise mejorar... Pero no es el momento, da igual, ya todo da igual y no importa. Un poco más... La gravedad puede ser tan atractiva cuando estás a estas alturas que da miedo. No sé qué hago tan alto si siempre he tenido vértigo. ¿Qué cojones? ¿Quién es ese imbécil? ¿Porqué viene andando hacia aquí? No intentará evitar... ¡No!¡No va a frustrar mis planes! Lo último que me queda, por fin huir de las deudas, del dolor, de todos esos imbéciles que me miraban por encima del hombro... Todo, por fin al carajo. Dios, está empezando a hablarme el hombre este, dice que se llama Luis. ¿Y a mi que coño me importa? Hay que ser gilipollas, encima me pregunta mi nombre. Ya le he dicho que me llamo Mario, no sé para qué, dentro de nada voy a dejar de ser nadie. Todo esto es una locura, yo quería desaparecer y están todos montando un pifostio increíble, hay que joderse. Parece que hubiera un complot contra mí. Qué cojones, seguro que lo hay. Las deudas del tal Luis son peores que las mías. A él también le dejó su mujer hace tiempo, tal vez no sea tan raro. Le voy a decir que mi amigo Juan hace meses que no me habla. ¡Resulta que le conoce! No puede ser, resulta que desapareció hace unos meses...Que se fue de luna de miel otra vez durante dos meses...¡No me había enterado! ¿Cómo es posible? Joder, lo siento tanto... es todo por mi culpa. Mierda, se me había olvidado que se me había caído el zapato, me he tropezado, estoy cayendo... A lo mejor tenía que ser así... Joder, que alguien les diga a todos que no quise hacerlo, que alguien me perdone, nunca debí ser tan egoísta... Si alguien puede oírme, adiós.

2
No podré dormir tranquila la siesta en la vida, parece... ¡Oh! ¡Es Juan! ¿Qué querrá? ¡¿Que Mario está haciendo qué?! No puede ser, tengo que ir allí inmediatamente, ¿dónde coño están las llaves del coche?. Joder, jamás pensé que lo haría, será imbécil... Siempre tan egoísta... desde que empezamos a salir... Y nunca le echaba en cara que no se acordase de nuestro aniversario, ni que fuese tan pesado con todo... ¡Joder con la puta puerta esta, que sólo se abre cuando no tienes prisa! Y el ascensor... Si hubiera escaleras para bajar... Bueno, ya casi estoy en el coche, venga Lola, relájate, no va a pasar nada, es una tontería, Mario no va a hacer nada, es sólo para darte un susto, quiere volver a llamar tu atención... Igual que la primera vez que te fijaste en él... Lo que son las cosas, empezar dos veces una relación de forma parecida... Vaya locura... Ahí está el edificio que me ha dicho Juan, imagino que el idiota de la azotea es Mario, claro... Por favor, que ese hombre le haga recapacitar... Creo que acabo de entender la expresión de tener el corazón en un puño, si pudiese lo estrujaría para ver si se relaja... Mario, te quiero, siempre te quise, no lo hagas, quería pedirte otra nueva oportunidad... Por favor, por favor... ¡NO! ¡No! ¡Mario! ¡¿Porqué?! No es posible, esto no me puede estar pasando, ¿Es que nadie más ve que está cayendo un cuerpo desde ese edificio? ¿Nadie va a hacer nada? Si parece que cayese despacio, tan despacio, tal vez soy yo... Lola, aguanta, aguanta... ¿Y ese golpe? Un coche se acaba de estrellar ahí al lado... Da igual, ahora sé que no estas...Mario... ¿Porqué no me llevaste contigo?

3
Desde que volví de la repetición de la luna de miel, no dejan de asaltarme sobresaltos, esto es increíble, toda la oficina revolucionada, parece que no saben hacer nada sin mí... Natural, claro, con mi capacidad de liderazgo y mi ojo financiero esta institución va viento en popa, pero si mí... Pobrecillos, menos mal que estoy para cuidarlos. ¿Qué hace aquí el becario? Como se nota cuando son nuevos, que no saben que se pasa sin llamar... ¿Una llamada de Luis? Si que es curioso esto, no me llama en casi tres meses, hablamos hace dos días y ya me ha vuelto a llamar... Con lo ocupado que estoy preparando el cumpleaños sorpresa de Mario... Tal vez, se haya equivocado, quién sabe. Cuánto tiempo, muchacho... ¿Que cómo se llama el que está conmigo en las fotos de la oficina? ¿Para qué querrá saber eso? Que alguien muy parecido está... ¿Qué? No puede ser, ¿Mario? Acércate por favor, dile que no le he llamado para darle una sorpresa, dile que me conoces, dile... ¡Por Dios, que no salte! Espera un segundo que voy para allá... ¡Lola!¡Tengo que llamar a Lola! ¿Dónde estará el becario cuando se le necesita? Maldita sea, que vayan abriendo el garaje niño. Estas escaleras nunca me han gustado, pero ahora me parece que las aborrezco. Menos mal que me compré el coche este que corre muchísimo, está lejísimos... Venga, hoy es el día de perder esos impolutos puntos que tienes, Juan. El tráfico es bastante fluido, pero tener que adelantar por la derecha es absolutamente nuevo para mí. En un santiamén estoy ahí... Juan por Dios, date prisa. Mario, no lo hagas. Ahí está el edificio... ¡No! Ese que cae es... ¡Mierda, Juan la curva! ¡Joder!... Tanto correr para llegar tarde, como siempre y tener un accidente así... Va a ser la tontería del Karma que decía Mario, lo siento... Que preparen otro ataúd, no sé si quiero salir de esta.

Sunday, December 19, 2010

Premoniciones predepresivas

Hay un dicho que (valga la redundancia) dice que hay una especie de balanza que equilibra nuestras acciones buenas con nuestras malas, de forma que un ente superior, que es el karma, se encarga de que según nuestras acciones nos toque una suerte en la vida u otra. Siempre me ha gustado pensar que este tipo de cosas son ciertas, o por lo menos que tienden a ayudar a lo que nos va a pasar.

¡Qué estupidez!
Cada vez que lo pienso, desearía que todo esto fuese así. Pero siempre he querido pensar por encima de todo que soy una persona de mente racional, que todo esto es imposible, y los hechos no podían quedar más cerca de coincidir conmigo en el pensamiento racional de que es mentira.
Cada golpe de suerte es el fruto de un gran cúmulo de coincidencias que se concentran en un solo individuo, en un momento y lugar determinados. Cada racha de suerte no es más que una deformación que nuestra mente provoca sobre la realidad directamente inmediata debido a nuestro estado de ánimo alegre, al igual que cada racha de mala suerte ocurre lo mismo pero con un estado de ánimo pseudo-depresivo.
Cada vez que paso una página del periódico las lágrimas de la realidad afloran formando letras, palabras, párrafos, malas noticias. La gente que se ha lucrado sin el más mínimo escrúpulo y ha explotado sin pudor en tiempos de bonanza ahora se queja de las pérdidas y despide empleados, pero no se baja del Mercedes.
Y aún así, a lo mejor sí que es cierto el Karma, y por eso existe Wikileaks, porque de todas sus malas acciones, un país ha acabado por tener la mala suerte de que le pongan en evidencia ante la prensa internacional. Aunque todo el mundo acabe defendiendo a EEUU.
Un punto que me da a pensar que es cierto el Karma, es el hecho de que casi siempre antes de una verdadera crisis, todos tenemos cierta intuición de que va a ocurrir. En el fondo todos nos damos cuenta de que la sombra de la nube nos cobija del sol hasta que empieza a llover, o hasta que empieza el invierno.
Tal vez es por eso que tenemos una cierta idea de lo que va a pasar con un poco de antelación, ayudando a que nos deprimamos antes de la depresión.

Es curioso, sólo quería decir que espero que la época de bonanza emocional que me abraza estos días no se acabe otra vez.

Saturday, December 18, 2010

Barra libre de sonrisas

Hace poco, él se despertaba con una sonrisa en la cara, pensando que el mundo era perfecto mientras ella se sentía morir por lo terrible de la existencia. Cada uno en su cama se preparaba para un día, el mismo día pero tan distinto.

Los dos miraron por la ventana, admirando la extensión megalomaníaca de la urbe, que se extendía ante sus ojos, bajo sus pisos. Él creyó ver cómo la ciudad se le presentaba suya ese día, cómo la metrópolis le rendía pleitesía, mientras ella se sentía devorada por la maraña de hormigon, cemento y metal que ante ella se alzaba amenazante.

La lluvia parecía lamer suavemente los contornos de los escasos rascacielos de Madrid, mientras los paraguas interferían en el recorrido gravítico que realizaban las gotas de agua, finas como las sonrisas desde el otro lado del colchón cada mañana.

Ella sentía que la masa gris anclada en el cielo estaba castigando sin una razón especialmente lógica a su ciudad, a su reducido mundo cotidiano, mientras los paraguas trataban de evitar el fatal y lógico destino de las aguas hacia el suelo, como los fármacos tratan de evitar final lógico del hombre. Pero nada importaba en realidad, los hombres mueren, las gotas caen y todo lo que empieza tiene un final.

El metro parecía una entrada al infierno, una de las bocas del Cancerbero que la tragaría, quisiera o no, que la digeriría para llevarla a otra boca, que no sería otra cosa que liberarla de una condena para llevarla a otra. La asfixiante cantidad de gente en cada vagón era infrahumana, mientras algunos viajeros se arracimaban en cada parada frente a las puertas en sus vanos intentos de conseguir un sitio. Salir en la parada que le tocaba se le presentaba como una odisea, pero si Ulises pudo, ella también, además ella habría podido afirmar que era un día con menos percances de los habituales, quién lo iba a decir.

Para él el metro se le presentaba como un bazar. Le ofrecía el intercambio del placer de la lluvia, de el desafine de cada gota cayendo en un punto diferente, por el calor acogedor que evitaba la congelación otoñal que empezaba a atenazarle. El viaje era lo de menos. La escalera parecía una peregrinación conjunta hacia las entrañas de la tierra y nadie parecía tener excesiva prisa, aunque no hubiera tampoco indicios de calma, como ocurre en las maniobras que preceden a la carga en cada batalla. Pero esa actitud cambiaba cuando se aproximaba el amezante chirrido de las ruedas metálicas sobre las vías junto al andén. Mil veces se había preguntado por qué no podían ser las ruedas de goma como en París, desprendiendo ese olor, entre agradable y pútrido, que convertía a ese metro en único. Se preparó para conseguir un buen sitio para entrar, cada día era más difícil. A la primera no hubo suerte y tuvo que esperar en la estación, acompañado de los suspiros de indignación y las quejas de todos los otros viajeros que tampoco pudieron entrar. La ley de la jungla se aplicaba también en las junglas de metal, por mucho que se hablase de civilización.
El trabajo era su pequeña maldición de cada día, pero él siempre lo veía como algo que ocupaba una pequeña porción de su día antes de poder dedicarse por entero a su mujer y a su vida real. El patrón, con su colosal barriga, que parecía querer ocultar sus pequeñas piernas, le dijo que pasase a su despacho. Hacía meses que esperaba un aumento o un ascenso. Era casi su día ideal.

Ella vió cómo la lluvia amainaba al salir, haciéndola un pasillo de alegría por el que ella quisiera salir. Todavía había una pequeña cantidad de gotas suicidas que caían de las nubes, pero su destino quedaba cercano. El trabajo era la nueva aventura del día, cada día diferente, cada día ligeramente más intenso. Las secciones de tesorería movían cantidades de dinero poco más que inmensas. Cada día prestaba varios millones de euros a otros bancos, pedía créditos, vendía acciones... Qué hubiera hecho ella con ese dinero... Se habría operado, podría haber tenido esa hija con la que siempre soñó... Pensar en lo que la pagaban con respecto a la responsabilidad que tenía la carcomía por dentro, pero sabía que en el fondo las cosas no iban a cambiar porque una trabajadora se manifestase.

O tal vez sí.

Se cruzaron en el pasillo, la sonrisa de ella al ir a pedir el aumento que se merecía se cruzó con la de él, que por fin podría comprar un coche para evitar el tiempo perdido en el metro. Sus miradas se cruzaron, y como si una chispa hubiera aparecido entre ellos, sintieron que esa persona con esa cara de felicidad que se había cruzado en el pasillo también había encontrado ese dulce pedacito de armonía interior que te puede invadir cada día. Él pensó que lo mejor era levantarse con una sonrisa en la cara y darle al mundo tu mejor perfil, mientras ella pensaba que con mirar las cosas un poco por el lado positivo es lo que pueden convertirte en una persona alegre. Aunque el prisma por el que uno mira sea diferente cada día, siempre hay cosas que pueden arrancarte una sonrisa. Y los dos tenían razón.