Sunday, June 10, 2012

Versos que se escriben en silencio

Hay bocas que callan cuando quieren hablar, que no dicen porque no saben, que susurran besos al oído de alguien que no sabe escucharles. Hay labios que dibujan esas bocas en busca de otros que correspondan, en busca de dos palabras mágicas que quieran dar la vuelta al mundo, de seis palabras que resultaron tan obvias en su momento que quedaron olvidadas tras la puerta.
Hay segundos de respiro por cada palabra que una de esas bocas diga, por cada verso que escriba en una mueca, por cada vez que se muerde un labio, que se apaga una estrella, que pidieron que vuelva a pasar por la puerta de tus sueños, a agolparse en tus pesadillas tendiendo la mano para sacarte de ellas.
En esos labios queda escondida la felicidad más fugaz que se conoce, la más intensa. En un beso sobre la pierna izquierda en una noche fría, bajo un abrazo cálido, se pide una revancha, se pide un tiempo de esperar, de esperar a no sé el qué, a no sé quién, a no sé cuándo.
Dibújame en tus labios que me quieres, te dibujaré una sonrisa en los míos, te diré que te hice un poema, que te lo escribí tus sueños y que lo plasmé en tu cuello.
Si tuviera que conocerte, serías la perfecta desconocida, enigmática, diferente de cuanto conozco.
Si tuviera que enamorarte, te diría que escapásemos del mundo, con la luna por testigo y que abandones este mundo, yo te sigo allá donde vayas, allá donde me lleves.
Lo sentimientos no se niegan ni se regalan, se asumen, como los versos en silencio.

Tuesday, June 5, 2012

Vestido de ángel

-Nenita, venga, que vamos a llegar tarde.
-Jo papá, pero es que no quiero. ¿Es necesario ir?
-¿Otra vez con esas? Mira que te castigo al final, ¿Eh?
-Ay papá, que es que no me gusta este vestido.
-Pero nenita, si es el que te compró mamá el otro día antes de irse.
-Ya papi, pero es que es incómodo.
-No te preocupes nenita, ya verás como no te molesta tanto en cuanto te esté dando el aire en la cara. Venga, hombre, termina de ponerte los zapatos.
-Joe, pues no quiero irme, papá.
-Ya lo sé nenita, ya lo sé, pero ya hemos quedado con mamá y se va a enfadar si llegamos tarde.
-Papá, ¿Me atas los cordones? Es que no puedo.
-Claro que si nenita, a ver, levanta un poco el pie.
-Papá, ¿Dónde hemos quedado con mamá?
-Bueno, pues ahí abajo, aunque la abuela dice que es mejor decir que hemos quedado arriba.
-Papá, no lo entiendo, a la abuela no le gustaba mamá.
-Ya hija, ya, pero hay veces que las personas mayores como la abuela, pues chochean, se les va un poquito la cabeza... Tú no te preocupes por lo que diga la abuela, ¿Vale?
-Vale papi. Gracias por atarme los cordones.
-De nada nenita. ¿Ya estás lista? ¿Está todo?
-Creo que sí. Me has dicho que no tengo que llevar nada.
-Ah, no, no te preocupes, no vamos a necesitar nada, creo que invita mamá.
-Pero papá...
-Dime nenita.
-¿Por qué has quitado las cortinas del salón?
-Porque no me gustaron nunca, y aprovechando que mamá se ha ido había pensado en comprar unas nuevas, pero no he tenido tiempo.
-Jo, pues a mí me gustaban.
-Bueno, pues te las regalo, no te preocupes. A ver nenita, vale, a la de tres salimos corriendo y saltamos, ¿vale?
-¿Es una carrera?
-Más o menos, pero esta vez tienes que ganarme si o sí, porque si no, no hay postre ni cena ni nada.
-Vale.
-Venga nenita, una, dos...

Y descubrieron que los trajes de ángel que mamá había preparado no les hacían volar.