Monday, April 16, 2012

Era una locura, vaya.

Resulta que era la mujer perfecta, pero ella nunca lo tenía del todo claro. No sabía por qué, pero cuando alguien se lo susurraba al oído, no se lo creía, Me estarán mintiendo, Pensaba, pero claro, a ver para qué van a mentirle a una mujer perfecta, si ella sabría que era mentira, que para eso era perfecta. Y nadie se daba cuenta de que parte de su perfección era precisamente no saber que lo era, qué gracia va a tener ser perfecta, por dios. Pero algo tenía que tener para ser capaz de enamorar y de demostrar que alguien podía ser buena o mala persona sólo por ella, porque le había prometido un beso caliente en una tarde de Abril, más bien tirando a noche de olvidos y locuras casi involuntarias, porque había prometido involuntariamente espantar el frío que les asaltaba y el aire que él iba a tratar de respirar después de cada beso con sabor a problemas. Problemas de los que dicen, Hola soy la mujer que dicen que es perfecta pero que no se cree serlo, a lo mejor es porque lo soy y eso me hace incapaz de admitirlo, Problemas que irrumpen entre las sábanas cuando uno se va a dormir sin el calor de ella calentando el colchón y espantando pesadillas, que irrumpen cuando el frío de no tener noticias de ella era palpable en el ambiente y uno necesita abrigarse incluso estando a unos pocos centímetros de la hoguera, aún estando a escasas horas de la llama de la alegría que ella había encendido en medio del campo de desolación de dar la vuelta a la vida que había provocado un chantaje tan tonto como Te pago con un beso si te das prisa, Y unos pies que querrían volar sólo un poco más rápido sobre el suelo, unas piernas que quieren ser como las de Usain Bolt, una calle que parece entera cuesta abajo, quizá porque lo sea, unos ojos iluminados porque ya han visto beber varias copas, porque son conscientes de que verán esos labios acercarse a unos que quedan más cerca, porque van a ver unas manos que agarren el cuerpo que tantas y tantas veces han tenido que imaginar tener en la retina.
Curiosas pasadas que juega la memoria, que a veces nos hace ver frente a nosotros las cosas que no existen, que no están presentes, pero que no parecen estar en ningún otro lugar, que nos parecen una especie de presencia etérea, inexistente, pero absolutamente innegable. Que en una de estas decide alguna parte del cerebro que merece la pena volver a soñar con ella, con ese beso que se robaron mutuamente, con el momento que tanto tiempo había esperado, soñar con la conversación más intensa que había salido de unos labios en medio de Gran Vía, Te quiero, no debería haber tardado tanto en decirlo, Te quiero yo también, Prométeme quererme, Prometo quererte si prometes no olvidarme, Un beso que corta las palabras, una escena digna de una novela y sólo dos personas que sean capaces de entender toda una locura como esta, una escena escrita con demasiada frialdad si se compara con el momento, con demasiado calor si se compara el ambiente, con demasiado de Te echo de menos, de Quiero verte.
Era una locura, vaya.

1 comment: