Sunday, January 9, 2011

Regalos, dedicatorias y agobio.

Para las dos personas que pretendo que lo entiendan, aunque es posible que no lo consigan.


Nos damos cuenta de que el mundo empieza a ir al revés en el momento en que las constelaciones son las que dan forma a las estrellas y las galaxias nos miran mientras posamos en una eterna pausa, conteniendo los dibujos de lo que un pequeño sistema solar quiera ver en nosotros. El mundo se da la vuelta en el momento en que el amor es el que se cruza y la mirada lo que se genera, mientras dos cuerpos se abrazan y las mentes se contienen para no mostrar lo evidente.
En uno de esos momentos, llega la mañana al atardecer para decirnos que empieza el final del día en que un ser querido pasará a ser una persona considerada de verdad por la sociedad, mientras el sueño se despide de nosotros para volver con la salida del sol.
Las cartas reales se tornan en poco más que ficciones traspapeladas pretendientes a convertirse en un galardón en que el concursante acabará siendo el que pague el premio.
Los años empiezan por el final, y al acabar la gente felicita el siguiente que ya empezó.
Pero al final, se abre un pequeño claro en las nubes que deja ver un único rayo de sol. Una pequeña y delgada línea de fotones que acaricia la tierra que pisamos y la que nos queda por ver, y todo vuelve a la normalidad.
Volvemos a estar lejos, volveis a vivir tarde, volvemos a pensar que nos olvidamos mutuamente, sabiendo que en el fondo no sólo es mentira, también es una forma de demostrarnos a nosotros mismos que no es cierto en nuestro caso.

Fugazmente se me cruzan los pensamientos pesimistas sobre el tiempo que no tardaremos en encontrarnos de nuevo, o en dejar de vernos o tal vez el tiempo que pase antes de que las caricias desde el sur vuelvan a aflorarme en la piel, devolviéndome un olor que yo, irónicamente, nunca antes había sentido. Tal vez por que estaba mugriento, húmedo, contaminado. No es una contaminación enfermiza, más bien es una especie de abrumadora, inevitable e imprescindible pantalla de aventura sin la que no nos hubieramos o hubiesemos dado a conocer entre nosotros. Sin saberlo, o por lo menos fuera de mi conocimiento, adivinamos que teníamos algo en común fuera de un viaje. En menos de un par de míseros días, tuve claro que necesitaría algo más que un par de míseros miles de kilómetros para estar en disposición de perder el contacto, de dejar que un sobresalto en mi vida no supusiese una noticia en la vuestra.


El mundo se da la vuelta cuando todo el mundo entiende para quién están dedicados textos como éste. Cuando todo el mundo ve una felicitación escondida, aunque solo se pueda ver en 17 pulgadas o lo que sea que mide mi pantalla.

1 comment:

  1. Me encantas, y leerte más. Y si no era para mi, entonces te lo dedico a ti, y le hago plagio a este fiftin :)

    Te echo demasiado de menos.

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