Monday, January 17, 2011

El mundo no está preparado

Sale el sol silenciosamente, como cada mañana, mientras los pájaros improvisan una banda sonora deliciosa, como cada amanecer, bucólica como cada año, dando las mismas ganas de vivir que ayer, que mañana. Entretanto, la ciudad despierta, negándose a aceptar el hecho de que en realidad nunca duerme.
El bullir de la actividad comienza a hacerse notar, los coches empiezan a devorarle terreno al silencio. El sonido de los semáforos cediendo el paso a los peatones que los autos por naturaleza deniegan, inunda los oídos de los viandantes con excesiva somnolencia que están junto a ellos.
Y mientras, las vidas siguen o se acaban o empiezan, mientras las pequeñas corrientes de imposición ajena se imponen sobre las voluntades de los menos favorecidos, para empezar a acabar como un día cualquiera.

Un adolescente, o un adulto, o un niño piensa que está enamorado mientras otro descubre que era mentira y un tercero llora por amor. Un cuarto llora de alegría mientras un quinto ríe a carcajada suelta, feliz de estar por fin con quien quería. Una sexta persona se siente enjaulado por amor y un séptimo se siente demasiado libre.
Alguien se pregunta sobre la probabilidad de que esto ocurra y yo sé que las probabilidades están obviamente en contra, pero  no respondo. Afirmo que no es imposible, que no es mentira, y durante mis cavilaciones han muerto casi 25 niños en África y algunos son vendidos a cambio de electrodomésticos que no podrán mantener. Y ya estarán alrededor de 30 ó 40.
 Es invierno tan rápido como se torna en verano, y el mundo evoluciona, no deja de moverse, de cambiar, tratando de confundirnos, de hacernos seres obsoletos que han perdido sus antiguas habilidades, o sencillamente dejaron de ser útiles. Y sin embargo, los patrones se repiten. Como en una obra de Beethoven, un pequeño párrafo se enlaza consigo mismo en un conjunto armonioso que tiene por todo final repetirse hasta llegar al cambio, al párrafo distinto, tras el cual se repetirá de nuevo el primero. Y así sucesivamente.
Y otra vez.
Y todo da vueltas con respecto al mismo eje, de forma que en algún momento llegaremos al punto anterior.
Una pequeña lagartija sale a tomar el sol, anunciando que las temperaturas por fin permiten a las especies de sangre fría acabar su hibernación. Seguramente en este momento, otra lagartija que salió antes de su escondite se come a una mosca o a un mosquito, que anunciaban a su vez que regresa la época de las picaduras.
Pero en el fondo es lo mismo, porque en breve llegará el invierno y matará u obligará a esconderse a todos, y todo volverá a ser como antes. Frío y blanco. Aparentemente perfecto, pero hostil e inhabitable. De no ser por el cálido fuego que emanan las chimeneas de los pocos que aún tenemos de esos inventos antiguos.
Los pueblos se desperezarán cada día, con el único cambio de ser un poco más viejos que el día anterior. Y yo, sentado ante mi pantalla como tantas noches, me día cuenta de que algo tiene que cambiar. Pero un cambio sólo puede ser provocado por otro cambio.
Tal vez las distancias no sean más que un obstáculo para aquellos que quieren verlas como tal. Tal vez, quizá... quizá sea todo una invención de nuestra mente, o tal vez sólo de la mía. O de la tuya, o tal vez yo sólo sea lo que tú estás viendo de mí, sin importar lo que yo siento como real. Pero quizá...
Y el quizá trae nuevas dudas para cada usuario del autobús, mientras los gases que éste emite contaminan un poco más a la atmósfera, condenando un poco más a aquellos que nos quedan por venir, por mejorarnos, por sobrevivirnos.
 Un abuelo cogerá por primera vez en su vida algún nuevo tipo de medio de transporte para ver a sus nietos que viven en otra ciudad, recordando aquella vez cuando era joven en que escribió algo sobre la distancia. Y sus nietos tal vez le pregunten cómo conoció a la abuela, cómo se casó con ella... Y tal vez su sobrino, que posiblemente se llame igual que él le pregunte si alguna vez se casó con otra, que era muy popular en sus tiempos. El abuelo se dará cuenta de que el tiempo no pasa en balde y que ha olvidado tantas cosas de ella... Recordará sin saber muy bien porqué todo lo que creía haber olvidado y empezará a hablar, sin saber muy bien por dónde empezar.
Y recordará. La recordará. Pero no hablará de ella.
Ni de toda esa niebla que una mañana de enero de muchos años atras le hicieron desear huir a Aragón y refugiarse en la basílica del Pilar, entre sus columnas barrocas y volver a ingresar en el hospital clínico.
Y volver, y volver...
Él se dió cuenta tiempo atrás, pero se dará cuenta de nuevo de ello. De que pudo ser feliz y no quiso, por miedo, por miedo a dejar de ser feliz en la medida de lo posible.
Pero el mundo no está preparado, y entretanto una vieja seguirá removiendo el puchero de las papas arrugadas con una cuchara de palo, ajena a lo que tantos corazones cavilan sin atreverse a decirlo abiertamente, mientras tantos otros lo desprecian sin detenerse a observarlo.
Tal vez nos adelantamos a nuestra época o tal vez, sencillamente, nunca existió. Tal vez nunca haya un lugar o un tiempo en que podamos ser como somos.
Definitivamente, el mundo no está preparado y no deja de girar.

Y mientras, las vidas siguen o se acaban o empiezan, mientras las pequeñas corrientes de imposición ajena se imponen sobre las voluntades de los menos favorecidos, para empezar a acabar como un día cualquiera.

2 comments:

  1. muy bueno la referencia a las papas arrugadas xD pero pablo, no crees que empiezas por lagartijas y acabas por ancianos? hacia donde vas con esa necrofilia zoofílica!
    esta morbosidad es obesidad mórbida

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  2. bueno, he imaginado que es lo lógico empezar por un organismo más simple y yo lo que quería era que lo citado tuviera arrugas xD
    Las lagartijas siempre me han hecho pensar en el paso del tiempo, no sé porqué... Ya escribiré algo sobre eso xD

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