Friday, February 3, 2012

Tu sonrisa y platos rotos

Rompiendo los platos de la normalidad en la vajilla de mi vida, ordenada cuidadosa y meticulosamente en orden creciente de depresiones, de tonterías y comeduras de cabeza por cada plato en el que había comido, estaba tu sonrisa, deslizándose por los bordes, dibujándose a sí misma en el contorno del plato y dejándolos caer, haciéndome ver lo superfluos que en verdad eran mientras el suelo los hacía astillas, separando los fragmentos de lo que fue.
Mi mirada se quedó atascada entre el lento movimiento armónico de tu sonrisa sobre los platos y el caer milimétricamente calculado de cada uno de ellos sobre el suelo.
Avancé, casi tentando a la suerte con que terminases con mi vajilla de recuerdos, con mi colección de problemas y mis memorias y tu sonrisa desapareció, para convertirse en un guiño imperceptible de esos que sólo tú podías hacerme.
Y de repente, la nada.
Cientos de trozos de recuerdos y arcilla, o tal vez porcelana, por el suelo, por todos lados, envolviendo mi última miseria de soledad, que no quería quedarse a solas conmigo, que no quería acabar como tantos restos, tantas astillas que me miraban desde el suelo: "Esto ha sido tu culpa" .Por las lágrimas que soltaban algunos habría llegado a decir que no quedaban cientos, miles de sonrisas que mirar entre cada filo cortante que había en el suelo.
Desde arriba siempre es más difícil ver la miseria de los que están abajo y yo era incapaz de aclarar si acaso estaba sintiendo algo de todo lo que estaba ocurriendo bajo mis pies, descalzos, que se iban llenando de cortes conforme andaba sobre los restos de un pasado que creía haber enterrado y en verdad tenía expuesto, para que no se me olvidase.
No quiero olvidar.
Escrita con sangre, la frase me perseguía, dibujándose sobre el escaso camino que acababa de recorrer, sin saber por qué, sin saber adonde, sin saber si habría un final ni si tú o yo estaríamos allí.
Y de repente, risas.
Por todos lados, desde todos los ángulos, esperando a que alguien recordase que estuvieron allí, que siempre habían estado, que no todas eran tuyas, que había existido algo más que el aquí y ahora enredado entre las sábanas de una cama supletoria, o entre las plumas de un saco de invierno o una llamada por el ordenador que parece no terminar jamás...
Y al frente, pude ver el tablón de anuncios en el que estaban a la venta mis sentimientos a aquel o aquella que se viera capaz de pagar el simple y mínimo precio de una sonrisa por cada momento que pasásemos juntos, mientras se vendían mis servicios en la cama a unas risas la noche y tal vez una cerveza.
Imagino que no entiendo nada de lo que digo, porque no sería capaz de escribirlo en la libreta que llevo en las manos desde que vi por primera vez tu sonrisa...
No, es un cúmulo de pequeños papeles, que recuerdo que hicieron abrirse a tus ojos, a esa mirada sincera que siempre pensé en que sería perfecta sólo si estuviese siempre delante de mí.
Y los papeles, al viento del aire parado de esta habitación, flotando en círculos o tal vez elipses, imposibles de describir con certeza y de recoger si siguen al viento, me susurran que seguiré dando tantas vueltas como ellos, mientras haya versos que decir, palabras que ser escritas y un libro por terminar, si es que acaba algún día.
Abro los ojos y aquí estoy, de nuevo, frente a mi ordenador, buscando tu sonrisa, o la mía, o tal vez otra sonrisa cualquiera, de alguien que me diga que me quiere o que le quiera, de alguien que sea capaz de subirme la moral diciendo cosas que le alegran a ella y no deberían a mi, de alguien que quiera estar conmigo porque soy yo y no por lo que puedo hacer por ella, de alguien que no se dé cuenta de que hay demasiadas veces una palabra "ella" en cada cosa que escribo, de alguien que no tenga miedo a decirme lo que siente, que no tenga miedo de que yo me confunda.
De alguien que quiera ser una brújula que viaje como una veleta, según sople el viento...
Mientras dejamos que los susurros de este clima, frío como las horas de soledad, nos digan dónde acabaremos.
O dónde continuará

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