Thursday, August 11, 2011

Secretos que se dignan a gritarse

Los suspiros que me faltaron a tu lado se evaporan por los resquicios de esta ventana cerrada, en el pequeño cubículo que ahora me cobija y refugia, que me permite pensar en libertad mientras me encierra, testigo mudo, tal vez sordo y con toda seguridad, ciego a todas las emociones que trato de no manifestar mirando a una de sus paredes por vergüenza a algo que desconozco. 
Recuerdo nuestro último abrazo como un fugaz adiós, un hasta luego difuso y descolocado en el tiempo, injusto por no dejarnos darnos cuenta de lo que significaba hasta que ya fue tarde, inacabado porque las circunstancias lo impidieron, incompleto, porque cada pequeño segundo que pienso en ti, ese adiós desaparece.
Tan sólo tengo recuerdos fugaces de lo que fueron tus abrazos anteriores, si acaso por alguna de esas fotos que queríamos poner en la alacena que te llevaste al marcharte. La casa parece tan vacía sin un nosotros flotando que hasta la gata ha decidido huir de esta agorafobia a puerta cerrada. 
Creo que ella tampoco termina de recordarte, esas caricias con las que la despertabas de su cesta junto a nuestra cama seguramente no sean más que restos de polvo sobre los pelos de su espalda, recuerdos olvidados, si es que alguna vez existieron, si es que alguna vez existió el gato hecho de caricias que quisimos inventar.
Tal vez si que te recuerde y por eso decidió huir, a otro lugar mejor, a tu lado tal vez, donde todavía hubiese caricias que le permitiesen existir.
Quizás esa casa que construimos con ilusiones se derrumbe con tu ausencia conmigo dentro. Tal vez nunca existió porque todo esto no fue más que un sueño, una locura que quise imaginar para no admitir que no estás a mi lado. 
A lo mejor sigues estando aquí y lo único que pasa es que mi miopía ha aumentado tanto que no puedo verte, o sencillamente no quieres dejarme verte, porque te gusta sufrir tanto como verme sufrir, aunque dudo mucho que ésta sea la opción que pudieras tomar.
Quizá todo esto no sean más que castillos montados en el aire que empecé a construir por el tejado, que nunca exististe.
Tal vez sea por eso que por las mañanas no quiero terminar de abrir los ojos por si no existes, por si es cierto que esa mañana tampoco despertaré a tu lado, ni podre tocar a nuestro gato hecho de caricias, ni vivir en nuestra casa hecha de ilusiones...
Tal vez y tal vez y quizás... Y resulta que me gustó tanto imaginar, que por imaginar, imaginé que algo de esto fue real cuando lo único que ocurrió en realidad fueron estos casi diez mil kilómetros que separaron nuestros besos por la red, que por lo menos son más rápidas que mi propio pensamiento.
Que bueno, es posible, porque por ser no es imposible, que todas esas cosas que te dije tan en broma pudieron ser un poquito de en serio, sin seriedad alguna de por medio, que tampoco tiene una probabilidad tan baja esa variable aleatoria de "Yo te amo a ti".
Quién sabe, ya nos veremos y se acabará decidiendo solo. Supongo.
Y suponer es montar otro castillo en el aire, del que seguro que esta vez derribas mis barbacanas.

Y además el asedio empieza cuando esto acaba.

No comments:

Post a Comment