Wednesday, August 10, 2011

Al fondo del archivo

¡Quien pudiera cambiar de gafas como de vida!
Estaba convencido de que aquella sería la frase perfecta para empezar una novela sobre un fugitivo, de esos que han cambiado mil veces de identidad, pero que no tiene un duro. Tal vez fuese fugitivo por tratar de conseguirlo... O tal vez lo consiguió como trabajando hasta la extenuación, pero algo le llevó a pensar que merecía tirar la vida por la borda en busca de algo más, o buscando algo menos, que al final acaba por ser lo mismo.
Menuda estupidez de idea.

Ni siquiera sé por qué he empezado esto así, cuando lo que quería decir es que me he sorprendido leyendo agradado lo que escribí hace meses, tal vez ya un año, y mayor ha sido mi sorpresa cuando me he dado cuenta de que además, me gusta.
De hecho, algunas de mis últimas publicaciones en este blog, han sido, vamos a decir, inéditos escritos hace ya bastante.
Es agradable volver a escribir.
Y es duro decirlo, pero necesito estrés y tal vez algo de esa agobiante rutina a mi alrededor para poder hacerlo.

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