Sunday, August 28, 2011

Reflexiones del querer

Recibí un último sms en el que me decías que aún me querías, y no supe si quemar el terminal del móvil para imaginar que nunca lo leí, para inventarme la idea de que era mentira.
Recuerdo con nitidez intachable las dos palabras "te quiero", terminando el mensaje, completando toda la información del mismo. Las dos únicas palabras que contaban con todas sus letras.
Y no pude evitar romper mis barreras de insensibilidad, esas que tanto odiabas, rememorando aquellos tiempos en los que nos poníamos tres tristes letras por las esquinas de las cartas, en los finales de los mensajes de móvil, tal vez en alguna pared.
No pude evitar hacer memoria y ver esa K estampada, como si nos quisiéramos hacer los inconformistas, como si quisiéramos que nuestros sentimientos no fuesen como los de los demás. Esos TKM envenenados, porque en el fondo, eran las siglas de algo, que podía ser parcialmente cierto, pero no del todo sincero.
Es posible que jamás sea capaz de evitar la primera vez que me pusiste "tequiero", que aunque careciese del espacio que le es inherente para separar dos palabras, ya contaba con todas las letras, que era una absoluta novedad. Recuerdo que fue en una brevísima carta, si es que ese mínimo escrito puede ser calificado como tal. Apenas era un trozo de papel del tamaño de una tarjeta de visita.
Y aquella vez, que no me escribiste que me querías sin saber porqué, pero me escribiste tres tristes letras conformistas, aquel "TQM" que ya era más civilizado que las tres anteriores siglas.
Es posible que en general no vaya a olvidar que me quisiste y te quise, pero que no era posible, porque tu no eras posible conmigo y yo era incompatible con el nosotros, pero descubrí gracias a ti, que el querer nunca será una ciencia exacta, al menos no mientras sigamos escribiendo un "te quiero" de tantas formas ridículas y estúpidas.
Ahora que todo ha cambiado, quisiera poder susurrarlo antes de que las hojas de un otoño de octubre tengan que posarse sobre tantas cosas como escribí pensando en ella.
Quizá algo cambie y me atreva a susurrar unas tristes siglas en lugar de una palabra completa.
O tal vez sencillamente esté intoxicado de nuevo y la salida quede más lejos de lo que me quiero a mi mismo.

Querer, que verbo más complejo.

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