Sunday, June 30, 2013

El humo de la vela

Estuviste mirando la vela como si esa pequeña llama se pudiera llevar toda nuestra conversación, como si pudiera quemar cada palabra descolocada que flotaba entre nosotros, cada frase equivocada que no queríamos decir pero dijimos. Sabías mejor que yo cada pensamiento que pasaba por mi cabeza, no tengo claro cómo, pero estaba convencido de que podías leer y deformar mi mente sólo con un par de letras escritas o dos palabras dichas al azar. Y yo seguía tratando de mirar un poco más allá de ti para ver si podía llegar a comprender siquiera una milésima parte de lo que tú pensabas y sentías al respecto de todo lo nuestro, todo lo que te había dicho.
Por el amor de dios, ni siquiera recordaba cómo había empezado la conversación, ni toda la sucesión de hechos de los que me sentía culpable sin saber muy bien por qué. Por tu mirada supongo que tú también tenías un poquito de eso en algún rincón aislado de tu corazón, al que yo no tenía derecho a mirar, según parecía. Seguías llevando las riendas de cada conversación sin decir una sola palabra y nunca supe cómo lo hacías. Quizá es que yo no sabía lo que quería decir hasta que no te tenía delante y sentía que me incitabas a decir otra cosa.
Lo último que recuerdo son tus labios dibujando un beso al aire que sabía que no iba a llegar a ningún sitio, soplando la vela, que empezó a humear. Tus ojos eran lo último que quedaba encendido en toda la habitación. Imaginé que estabas llorando, porque sé que no me dejarías verte llorar, no sé si por orgullo o porque te da miedo mi reacción. Dijiste adiós y saliste con esa rosa que te regalé en la mano a la calle, gris, como todo el mundo si tú no estás.
Y tu espalda al descubierto en ese vestido que me encantaba tras el humo de la vela fue el último adiós.

No comments:

Post a Comment