Saturday, January 5, 2013

Invitación para la cena

Como todos los años, esta cena se nos va a quedar escasa. Escasa de comensales, claro, porque siempre pedimos y compramos más de lo necesario, creo que para olvidar que se nos olvidó comprar regalos, de esos que queremos para olvidar que lo que queremos no se queda por ahí fuera en forma de sueños.
Quizá esta noche, durante la cena, pase como el año pasado, ¿Te acuerdas?, haremos un brindis por nosotros, por la sinceridad, porque tu barba no me hiciese cosquillas, por los recuerdos que tendríamos al año siguiente, por la felicidad...
Pero claro, ahora ya no estás tú para decirme que me invitas a patatas en ese puesto que hay al lado de Alonso Martínez mientras volvemos a casa, tratando de sonsacarnos los regalos que nos vamos a dar por la noche, que abriremos por la mañana para conservar esa ilusión infantil que jamás fuimos capaces de matar.
Sinceramente, no espero que leas esta peculiar felicitación de reyes, porque no sé si yo lo haría con una tuya, pero me imagino que llegará a nuestro buzón, en el que siempre escondíamos la última pista que llevaba al regalo que nos escondíamos por nuestro cumpleaños.
Me acabo de acordar de cuando te regalé la guitarra, que la escondí debajo de la cama. Me prometiste aprender a tocarla los suficientemente bien como para regalarme una canción este año. Sé que tienes esa canción en algún sitio, quizá ahora mismo en la garganta o tal vez en la papelera. Me encantaría saber que la vas a tocar igual, como si la tradición obligase, esa manía tuya de cumplir las promesas aunque fuera muy tarde.
Si esta carta llega a tiempo, me gustaría decirte que no quiero que esta cena quede escasa de comensales, así que te he puesto ese sillón que te gustaba tanto y que me dejaste llevarme, quizá porque te recordaba a mí, en el lado del radiador, que es donde te gusta más a ti, que ya me lo conozco.
Si acaso quieres venir, hay un plato, un asiento y una comida esperándote.
Y quién sabe, quizá con unas cuantas copas de esas que me hacías tomar, también haya unos labios esperando.
Mañana no miraré bajo el árbol, seguro que está lleno de carbón.

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