Sunday, March 18, 2012

Un beso de buenas noches

Cada vez que se acerca, me palpita cualquier cosa menos el corazón. No tengo claro cómo pero me roba el aliento y los latidos hasta que está lo suficientemente cerca como para que yo los recupere todos juntos.
Su imperturbable sonrisa es capaz de darme la vuelta a las ideas, por increíble que me siga resultando.
A veces pienso que es un tesoro por descubrir que tengo la suerte de haber encontrado y que no quiero mirar demasiado por miedo a que se desgaste o deje de mirarme con los buenos ojos que me ve.
Tengo la sensación de que sabe qué pienso siempre, de que me maneja como si fuera una marioneta barata de la feria, de esas que después tiras preguntando por qué la guardaste tanto tiempo. Pero también puedo leer en su mirada cuando me examina como queriendo recordar cómo soy, aunque ya lo sepa.
Y si por algún casual pierde alguna mínima expresión de alegría, se las ingenia para aparecer como una persona feliz, aunque no tenga por qué serlo.
Es una mujer que siempre tiene un beso en los labios y un te quiero encadenado, un mordisco por ofrecer y uno por recibir, una sonrisa de regalo y una frase para arrancarte otra, un guiño cómplice y unos ojos atentos, muy poca ropa y demasiada para mi gusto...
Es según ella una del montón y según yo, de la parte de arriba del montón, en donde sólo algunas pueden pararse a ver todas las estrellas que nadie más ve. Pero ella eclipsa a todos los astros que pudieran verse en el cielo y no se da cuenta, mientras busca desesperada alguna marca de que no han desaparecido los mapas estelares ni los cuerpos celestes.
Y es una mujer que seguramente no sepa que digo esto por ella, pero se dará por aludida de todas maneras.
Como debería ser, por supuesto.

Repasando apuntes sobre ti, me he dado cuenta de una cosa...

Sigo buscando una cosa, quizá dos...

Un te quiero de tus labios

Y un beso de buenas noches que no quiera darte.

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