Showing posts with label Nosotros. Show all posts
Showing posts with label Nosotros. Show all posts

Tuesday, February 14, 2012

Carta de romanticismo tardío o felicitación temprana

Querido amor de mi vida:
Sé que esto llegará tarde, como todos los documentos que puedo escribir que están destinados a ser importantes, sobre todo si lo son para mí, o para la persona a la que deben de llegar.
Me he preguntado varios miles de veces cuándo será la próxima vez en que tenga la certeza de que existes y la satisfacción de comprobar que tu piel sigue caliente al tacto cuando la acaricio, que tu cuerpo sigue irradiando esa sensación de calma cuando lo abrazo y aunque sé que esa pregunta es seguramente de las más difíciles de responder de todas las que he escrito o pensado, sé que para cuando ocurra, mis labios seguirán siendo suficientemente arrogantes como para pedirle un beso a los tuyos, seguramente bajo la luz de la luna, como temíamos que nos pasase, bajo ese hechizo que ambos sospechábamos como una cosa certera y absolutamente inevitable si confluíamos bajo el mismo cielo y el mismo brillo en algún momento, impredecible, como cada una de las palabras que nos dedicamos cuando nos queremos decir que nos queremos, como cada segundo que pienso en ti, que acaba por derivar en cualquier otro tema que tenga que ver contigo, que en los últimos años ha acabado por ser prácticamente la totalidad de la existencia que me rodea y me ampara ante la falta de tu calor, la ausencia de noticias tuyas de cerca y el ansia que me corroe a cada minuto por leer algo que sepa que es para mi, aunque cada día me parezca un poquito más imposible que eso ocurra, porque temo que tengas esa capacidad que yo no tengo para olvidarme de que entre nosotros había algo más que un flujo de datos y de píxeles por un ordenador, o dos, o los que sea que haya entre nosotros en cualquier momento.
Posiblemente seas la persona a la que más veces le he dicho que la quiero en mi vida casi desde el día que te conocí, y con certeza casi absoluta eres la persona a la que más veces he llamado amor o la he considerado como tal, aunque fuera de broma algunas veces.
Pero no quería hablar de esto, porque quería que la protagonista de una carta que tú leyeses fuese precisamente tú.
Tú, persistente omnipresente en mis pensamientos, empecinada donde las haya de estar, de seguir ocupando gran parte de mis reflexiones y sobre todo, de mis escritos.
Y que dentro de nada te me haces un año más mayor.
Sinceramente, creo que nada que pudiese decirte ahora mismo fuese suficiente para expresar las ganas que tengo de verte, la necesidad que crece un poquito más en mí de saber de ti cuando veo tu foto, tu nombre en cualquier red social, quizá en un e-mail, en blogger...
Y me temo que olvidé qué canción me recuerda a ti, creo que olvide tu olor, tal vez tu sonrisa cuando me la dedicas, tu mirada de profundidad absoluta y de saber cada uno de mis secretos, tu forma de moverte, un poquito de tu acento... Espero que me regales de nuevo conocer todas esas cosas por este año más en tu vida.
Y espero que sean muchos más, a ser posible conmigo algo más cerca, aunque lo más lejos que quiera estar de ti sea lo que abarca uno de tus abrazos.
¿Qué más decirte que no suene a reutilizado y refrito? ¿Cómo escribirte que te quiero sin sonar a fórmulas preconcebidas ni a ideas ya usadas? ¿Y para qué hacer todo esto sin tener la certeza de que lo leerás como sé que sí que harás con una carta?
Supongo que ya sólo te puedo decir que te quiero, así, sin más, sin adornos innecesarios, sin páginas y páginas de frases que acompañen a esas dos palabras, tan sencillas, tan claras, tan directas y diáfanas como lo que sé que siento por ti aunque a veces no lo admita.
Supongo que esto sería poco como regalo de cumpleaños para alguien tan especial como tú, así que he decidido que tendrás algo más.
Pero que será sorpresa.
Ya llegará, prometo.

                                                                                                             Te quiero,

Thursday, February 9, 2012

Cosas que sólo pasan en las películas

Aparecieron unas letras flotando en el aire mientras la música se disolvía lentamente en el ambiente.
No soplaba viento y el clima parecía casi artificial de lo perfecto que resultaba a la vista y sobre la piel.
No sabía cómo había llegado allí, pero sabía que tenía una historia de su pasado, algo que hacer en el futuro y unas pautas claras de lo que iba a hacer, aunque fuese a parecer inesperado.
Y de repente, se dio cuenta de que estaba con ella.
Y una explosión, que retumbó todo, destruyendo cuanto existía en derredor y deshaciendo las ideas de futuro y esperanza que él aún conservaba.
Como si fuese un trámite necesario, la imagen se desdobló sobre sí misma y se deformó hasta formarse otra en blanco y negro, sobre una cama, donde él y ella se miraban a la cara con los ojos entrecerrados y con los susurros, gemidos y jadeos de eco aún demasiado presentes sobre los oídos, mientras ella cerraba los ojos y echaba el cuello hacia atrás mientras su garganta formaba un grito mudo que comenzaba a gestarse en sus pulmones.
Él no pudo mantener sus ojos abiertos mientras mordía el cuello de ella y ella se tensaba, girándose hacia él y mordiéndole el hombro a su vez, mientras un último golpe formaba los gemidos sobre la garganta de ella y un último esfuerzo de fuerza de la mandíbula de él, coordinados como las migraciones de los pájaros que surcan el cielo en otoño.
Como si fuese natural, unos sonidos de guitarra de fondo acompañaron el cúmulo de placer en que ambos se habían convertido.
Acababa de comenzar la película y la escena, pero todo volvió a la explosión, donde todo acababa y comenzaron a caer letras que decían nombres, cargos, ayudas, agradecimientos, trabajos...
Y todo acabó de repente, como si hubiese sido demasiado perfecto como para que nadie se diese cuenta de que eso son cosas que sólo pasan en las películas.

Sunday, February 5, 2012

Pero sólo por ser tú.

Mientras miro tus ojos azules, me imagino en lo profundo que debe de ser caer en el cielo que se deja de adivinar en ellos cuando los cierras para dejar de mirarme.
Sueles hacerlo cuando te digo que te quiero, o cuando te miro fijamente, como queriendo decirte tantas y tantas cosas que prefieres adivinar, aunque te guste oírlas salir de mis labios, que miras cuando hablo como si revelasen la verdad más absoluta que haya por ver.
Cuando te desvisto con la mirada, giras la cabeza, dejando que tus rizos tapen tu cara, mientras la pálida piel de tus hombros sale a la luz durante un par de segundos, dejando que una mirada mía los acaricie como si fuese el último momento en que vaya a poder hacerlo.
Si te agarro la mano, me devuelves un apretón de complicidad, presionando mis dedos un por uno, con tus finísimos dedos de pianista en ciernes sin conocimiento alguno sobre música, aparte de tu capacidad de cantarme una nana mientras mantienes mi mirada, con el verde de tus ojos estrellándose contra mi imaginación de libertad en ellos.
Dejando resbalar mis manos por tu espalda, tratando de cartografiar cada milímetro de tu piel morena, cada músculo que tensarás cuando acabemos tumbados otra vez sobre un colchón, cada vez uno diferente, como cada gemido que harás que me estremezca.
Cada vez que quiero besar tu cuello, delgado y alto, como el de un cisne que quisiera tocar el cielo, me encuentro perdido entre la inmensidad de la fuerza de tu respiración, terriblemente cerca de mi oído, demasiado fuerte como para decir que no estás comenzando a tensarte.
Según me empujas hacia la cama, siento cómo caigo y me dejo caer, mareado por tener cada gramo de mi carne pendiente de tu cuerpo al que le sobra toda esa ropa que tan bien te disimulaba el cuerpo, que acabas de empezar a dejar descubrir, aunque no te guste que te lo mire si salimos de la cama.
Noto tu pelo liso cayendo sobre mi cara mientras me muerdes el cuello, me besas y me dejo elevar un poco más cerca del infinito mientras me olvido de que existimos en este mundo y no en otro diferente.
Según me empiezas a robar la ropa para tirarla al suelo noto como me tiemblan las piernas casi tanto como a ti los brazos, que empiezas a no poder controlar conscientemente.
Me arañas la espalda, con tus uñas casi tan largas como la duración de un orgasmo que parece no querer acabar mientras mi peso siga cayendo sobre el tuyo o al revés.
Cierras tus ojos, oscuros como pozos que llevan al infinito, cerrando las puertas del paraíso a todos los mortales que no pudieron mirar a tiempo en la profundidad de una mirada tuya, que me hace viajar hasta la otra punta del mundo con cada respiración agitada que me haces al oído.
Todos los lunares sobre tu piel parecen estar reclamando que los bese cuando sueltas un gemido que no sabes acabar, o que no te dejo callar.
Rompiendo la monotonía, siento como tu cuello, casi tan grueso como el mío se tensa hacia mí, mordiéndome la oreja y tirando hacia ti, reclamando que te bese, que muerda tus labios, delgados como una línea que define lo que es amistad y lo que es amor.
Agarras las sábanas, la cama, mi espalda, lo que sea que te permita no huir de este mundo y te mantenga en él mientras viajas y desapareces de todo lo que nos rodea, sincronizando un segundo de perfección en nuestras vidas.
Las ondulaciones de tu pelo están enredadas, descolocadas de golpearse contra la almohada y el colchón, de no saber cómo ordenarse para no parecer tan caóticos.
Y me miras con tus ojos de color miel, como diciéndome que querrías pasar así una tarde y otra conmigo, o tumbados sobre el sillón rojo de mi sótano, mientras te acaricio la espalda y te beso el cuello.
Y mientras lo hago, me sorprendo de el perfecto color de tu espalda, demasiado claro para llamarse moreno y demasiado oscuro para ser pálido, que no puedo dejar de querer acariciar como si fuese a escapar.
Me acaricias el pecho, mientras me miras y me besas con tus labios carnosos, como si pudiesen comerse el mundo o mis ganas de seguir en él.
No puedo resistir estar en perfecta sintonía contigo, en sentir que he tenido demasiada suerte en acertar al tratar de seducirte como para que de verdad hayas caído en las redes de mi estupidez.
Y tu larguísimo pelo me confunde, me dice que no eres tú, que no soy yo, que esto es todo mentira, porque no puede ser tan bueno y ser real, al menos no tanto tiempo.
Me acaricias con los dedos el cuello, mientras noto que tienes la piel gastada en las yemas de haberte mordido las uñas demasiado, de haberte puesto nerviosa tantas veces.
Y me sorprendo al abrir los ojos y descubrir que no te pareces en nada a ti.
Que respiras calma hasta que te muerden el cuello y que no te puedo tocar la pierna sin ver en tus ojos un atisbo de nerviosismo.
Te miro y recuerdo que ibas vestida enseñando casi demasiado, pero lo justo para que quisiese quitarte todo a mordiscos, o intentarlo, aunque mi éxito sea previsiblemente bajo.
Si no sé qué quiero, me lo aclaras con un simple "fóllame" eliminando toda posible duda al respecto.
Y me descubro pensando que es justo lo que quiero.

Pero sólo por ser tú.

Wednesday, December 21, 2011

Antes de desaparecer (II)

Antes de desaparecer querría haber pasado una noche de locura contigo, que nos la merecemos.
Querría haberte escrito un poema digno de una persona tan increíble como tú, que me ha revolucionado la vida, que me ha dado un motivo para querer levantarme todas las mañanas corriendo a ver el ordenador o a leer el correo en el móvil.
Hay pocas cosas de las que tenga tantas ganas como de ti, a pesar de que no seas la única que me puebla la mente, como realmente ya sabes y creo que no te importa...
Como me hubiese gustado haber podido pasar un último día contigo este año, una pequeña despedida, tal vez romántica, tal vez desenfrenada, sin romanticismo pero con toda la pasión que llevásemos encima, con blues de fondo, los móviles alejados, poca luz, un pañuelo que haga de venda, un colchón...

Haber olvidado el mundo por un rato como tú eres capaz de hacerme, con mordiscos, cada vez menos discretos, en el cuello, mientras mis manos te desnudan, como ya lo hizo mi mirada poco antes, como ya me imaginé nada más verte. Dejar caer tu ropa sobre el suelo, sea cual sea, si es que lo hay, mientras acaricio y beso cada centímetro de piel, como sé que te gusta, como habría hecho tantas veces de haber podido.
Morderte el tatuaje como una invitación a darte un beso de buenas noches...
Y darte un beso de buenas noches, para no dormir hasta que el cansancio absoluto nos obligue.

Thursday, August 11, 2011

Secretos que se dignan a gritarse

Los suspiros que me faltaron a tu lado se evaporan por los resquicios de esta ventana cerrada, en el pequeño cubículo que ahora me cobija y refugia, que me permite pensar en libertad mientras me encierra, testigo mudo, tal vez sordo y con toda seguridad, ciego a todas las emociones que trato de no manifestar mirando a una de sus paredes por vergüenza a algo que desconozco. 
Recuerdo nuestro último abrazo como un fugaz adiós, un hasta luego difuso y descolocado en el tiempo, injusto por no dejarnos darnos cuenta de lo que significaba hasta que ya fue tarde, inacabado porque las circunstancias lo impidieron, incompleto, porque cada pequeño segundo que pienso en ti, ese adiós desaparece.
Tan sólo tengo recuerdos fugaces de lo que fueron tus abrazos anteriores, si acaso por alguna de esas fotos que queríamos poner en la alacena que te llevaste al marcharte. La casa parece tan vacía sin un nosotros flotando que hasta la gata ha decidido huir de esta agorafobia a puerta cerrada. 
Creo que ella tampoco termina de recordarte, esas caricias con las que la despertabas de su cesta junto a nuestra cama seguramente no sean más que restos de polvo sobre los pelos de su espalda, recuerdos olvidados, si es que alguna vez existieron, si es que alguna vez existió el gato hecho de caricias que quisimos inventar.
Tal vez si que te recuerde y por eso decidió huir, a otro lugar mejor, a tu lado tal vez, donde todavía hubiese caricias que le permitiesen existir.
Quizás esa casa que construimos con ilusiones se derrumbe con tu ausencia conmigo dentro. Tal vez nunca existió porque todo esto no fue más que un sueño, una locura que quise imaginar para no admitir que no estás a mi lado. 
A lo mejor sigues estando aquí y lo único que pasa es que mi miopía ha aumentado tanto que no puedo verte, o sencillamente no quieres dejarme verte, porque te gusta sufrir tanto como verme sufrir, aunque dudo mucho que ésta sea la opción que pudieras tomar.
Quizá todo esto no sean más que castillos montados en el aire que empecé a construir por el tejado, que nunca exististe.
Tal vez sea por eso que por las mañanas no quiero terminar de abrir los ojos por si no existes, por si es cierto que esa mañana tampoco despertaré a tu lado, ni podre tocar a nuestro gato hecho de caricias, ni vivir en nuestra casa hecha de ilusiones...
Tal vez y tal vez y quizás... Y resulta que me gustó tanto imaginar, que por imaginar, imaginé que algo de esto fue real cuando lo único que ocurrió en realidad fueron estos casi diez mil kilómetros que separaron nuestros besos por la red, que por lo menos son más rápidas que mi propio pensamiento.
Que bueno, es posible, porque por ser no es imposible, que todas esas cosas que te dije tan en broma pudieron ser un poquito de en serio, sin seriedad alguna de por medio, que tampoco tiene una probabilidad tan baja esa variable aleatoria de "Yo te amo a ti".
Quién sabe, ya nos veremos y se acabará decidiendo solo. Supongo.
Y suponer es montar otro castillo en el aire, del que seguro que esta vez derribas mis barbacanas.

Y además el asedio empieza cuando esto acaba.